WABI SABI

Un viejo tubo,
En medio de un jardín.
Al atardecer.

Aunque suene extraño en el mundo occidental no siempre hemos pensado así como pensamos ahora. Los tiempos han ido cambiando y con ello también nuestra manera de pensar. Lo que hoy definimos por el bien no siempre ha sido el bien y lo que hoy identificamos por el mal no siempre ha sido el mal. Así hubo un tiempo en el cual incluso el maquillarse constituía un acto herético que cuestionaba el orden y la paz social. Tiempos en el cual el maquillaje no era solo una manera de embellecerse sino que también era una señal de emancipación. Expresaba la rebelión de lo material ante la autocracia impuesta por la espiritualidad. ¿Sorprendidos? Pues si, aunque muchos no lo hayamos vivido o no lo podamos recordar, hubo tiempos en el cual creer en lo material no necesariamente implicaba consumismo. Tiempos en los cuales la espiritualidad dictaba el orden del mundo y en los cuales apuntar hacia la verdadera relación que existe entre el pensamiento humano y el mundo que nos rodea constituya un acto de rebelión ya que creer en el mundo material significaba creer en que el mundo existe objetivamente e independiente a la conciencia. Algo que resultaba inconcebible con el mundo espiritual vigente de esa época y su promesa sobre el paraíso que encontraremos en el más allá.

Obviamente estos tiempos han cambiado y con estos también los paradigmas que mueven la sociedad. Así ni el maquillaje sigue siendo una expresión de rebeldía, como tampoco el mundo espiritual dicta de manera absoluta sobre la ciencia y la libre expresión. Aun así la espiritualidad ha prevalecido. Esto básicamente porque el materialismo también tiene sus limitaciones y no todo lo puede explicar. Así que nos seguimos cuestionando ¿qué es el corazón? y siguen habiendo diferentes repuestas y no todas son explicables a través de la razón. Unos dicen que el corazón es un órgano vital. Otros dicen que el corazón es querer, el paraíso, el amor universal. Y hay otros, como en el Budismo Zen, que decimos el corazón es ir más allá de cualquier ilusión. Esta es una declaración que especialmente a quienes no están familiarizados con las enseñanzas budistas les suele crear confusión. Una afirmación que casi provoca la pregunta ¿cuál es la diferencia entre el materialismo, el Zen y la espiritualidad? No lo se, pero la respuesta mas adecuada que encuentro es: “Somos perfectos ya”. ¿Qué significa esta expresión, que a algunos nuevamente les suena como una aberración? En primer lugar quiere decir que el mundo no existe fuera de mi consciencia sino que se encuentra íntegramente tanto fuera como dentro en mi.

“Somos perfectos ya” explica así varias enseñanzas del Budismo Zen. Explica porque el camino de Buda no apunta hacia el más allá o hacia el paraíso como lo hace la espiritualidad tradicional occidental y explica tambien porque el Zen tampoco afirma que el mundo prevalecerá después de que la conciencia llegue a su fin, como lo hace el materialismo filosófico. Siendo así no es coincidencia que este “somos perfectos ya” se encuentra reflejado a través de todo el Sutra del Corazón y especialmente en su frase central:

El vacío es la forma, la forma es el vacío

De esta manera descubrimos que esta enseñanza sobre el vació y su relacionamiento con la forma en realidad aplica en toda dirección. Tanto al mundo espiritual como a lo material dándonos a entender que la esencia no solo se encuentra en lo profundo sino que también en lo superficial. Y porque a todo aplica, esta misma enseñanza puede ser transferida tanto al maquillaje como también a la emancipación dándonos a entender que en todo caso la verdad y la autenticidad solo se encuentran mas allá del preconcepto moral. Ahora verdad es que para ir más allá del preconcepto moral es necesario no solo dejar el sexismo o el machismo atrás sino que hay que ir mucho más allá. Mas allá del dualismo que implica separar lo profundo de lo superficial, lo sencillo de lo especial o lo feo de lo bello. Es ahí donde las imágenes antiguas le dan espacio a la autenticidad. De esta forma, sin nada que glorificar ni abolir el encuentro con la vida ocurre sin discriminación. Ese es el lugar donde encontramos aquello a lo que llamamos una verdadera emancipación. Donde tanto la mujer como el hombre despiertan a su verdadero potencial. Es ahí donde llegamos más allá de las imágenes heredadas que limitan nuestra autonomía y que frecuentemente nos hacen sufrir sin que sepamos porque. Resultado de esta reflexión sobre la primera noble verdad del Buda de Dukkha, el sufrimiento, encontramos el arte del Wabi-Sabi. Originalmente significa Wabi sentirse solo y perdido, lo que se transforma a posterior en el gozo sobre la soledad y la quietud. Al combinar Wabi con Sabi que significa el “disponer de la madurez necesaria” se crea este conjunto de conceptos que se materializa en este arte japonés que señala hacia la belleza oculta de las cosas. Una belleza que esta más allá de la melancolía y o de la ansiedad espiritual y que resalta de manera natural cuando se experiencia la impermanencia que caracteriza nuestra existencia.

Así podemos decir que la impermanencia, el ser conscientes de nuestra soledad, no siempre es una desgracia. Nos puede llevar hasta la conclusión de que “Somos perfectos ya” como resultado de un proceso de emancipación. Pues tanto en lo social como en lo individual seamos conscientes de ello o no, la experiencia de la impermanencia nos va dando la madurez necesaria para apreciar el verdadero valor de las cosas. Nos va otorgando sabiduría, nos va diciendo desde adentro para afuera que debemos aceptar lo que es y que debemos dejar pasar lo que pasó para dar un paso más allá. Nos va enseñando el hecho que el mundo espiritual no es otra cosa que la otra cara del mundo material y que la vida en todo instante es una aventura y un constante descubrir.

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2 Respuestas a WABI SABI

  1. meiyo dice:

    Hola Julio, compartimos el gusto. En cuanto al comentario se puede decir lo siguiente: Cuando la ilusión existe todo lo que existe es la ilusión y cuando la verdad existe todo lo que existe es la verdad. Porque “la forma es el vacío y el vacío es la forma” tanto como “el vacío es el vacío, y la forma la forma” son íntegramente la verdad no podemos decir que sean opuestos ni tampoco que uno u el otro sean la mitad del asunto. Ambas verdades son íntegramente la verdad y al mismo tiempo diferentes facetas de una y la misma verdad. Gassho

  2. Julio dice:

    Hola Meiyo…gusto de saludarte. Los opuestos dialécticos no son lo mismo ni son diferentes…por lo tanto «vacío es forma y forma es vacío» es la mitad del asunto…la otra mitad es «vacío es vacío y forma es forma»…saludos.

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