FUNYOMITTA

Cuando Funyomitta, el vigesimosexto patriarca, fue coronado príncipe, Bashashita le hizo la siguiente pregunta:

– ¿Qué debes hacer para renunciar al hogar?
– cuando renuncie al hogar no haré nada en particular respondió Funyomitta.
-¿Qué es, concretamente, lo que no arras? – puntualizó entonces Bashashita.
– No llevaré a cabo ninguna acción ordinaria – respondió Funyomitta.
– Y para ello ¿qué deberás hacer? – insistió el venerable.
-Tendré que poner en práctica la actividad del Buda – contestó Funyomitta.
– Príncipe – concluyó finalmente Bashashita-, tu sabiduría es extraordinaria. Tú serás mi sucesor.

Entonces el patriarca le permitió renunciar al hogar.

El maestro era el principe sucesor del rey “Victoria Triunfante”, cuyo reino se hallaba en el sur de la India. Despues de haber vencido a un maestro no budista – llamado Arynatman – Bashashita, el vigesimoquinto patriarca, se había dirigido hacia el sur. En esta época el rey de aquella región – llamado Devaguna – invitó a Bashashita, le dio la bienvenida y le entregó numerosos presentes. El rey tenia dos hijos. Uno de ellos, llamado “Victoria Triunfante” era muy fuerte e impetuoso, el otro, llamado Funyomitta era muy pacifico y estaba aquejado por una larga enfermedad. Una vez que el venerable expuso la ley de causa y efecto, el rey se liberó súbitamente de todas sus dudas.

Tras la muerte de Devaguna, el príncipe sucesor, Victoria Triunfante, se convirtió en rey pero, como era seguidor de las enseñanzas no budistas, trató de obstaculizar la labor del patriarca Bashashita, no dudando siquiera en encarcelar a su hermano Funyomitta para conseguirlo. El rey preguntó entonces a Bashashita:

– Hace y tiempo que me ocupo de extirpar lo sobrenatural de mis dominios. ¿Cuál es tu enseñanza? – preguntó el rey a Bashashita.
– Ciertamente hace ya tiempo que no hay falsas enseñanzas en este reino. Transmitiré, pues la enseñanza del Buda.
-Pero si el Buda murió hace doscientos años, ¿de quien ha recibido el maestro su enseñanza?
– El gran ser Kasyapa recibió el sello del Buda que, durante veinticuatro generaciones, ha sido transmitido de patriarca en patriarca hasta llegar a Shishibodai, de quien yo lo recibí – respondió Bashashita.
– Según he oído, el monje Shishibodai no pudo impedir su propia ejecución. ¿Cómo pudo, pues, haber transmitido el Dharma a su sucesor? –preguntó nuevamente el rey.
– Antes de que aparecieran los problemas, el venerable transmitió el kesa y un poema del Dharma que son los auténticos signos de la trasmisión.
-¿Dónde esta ese kesa? –inquirió el rey.

El patriarca sacó entonces el manto de su bolsa y se lo mostró al rey, quien ordenó que fuera quemado de inmediato pero, cuando trataron de cumplir sus ordenes, del kesa emanaron cinco colores y, al consumirse el fuego, seguía incólume. El rey, entonces, ante la evidencia de que Bashashita el auténtico heredero del Dharma de Shishibodai, se arrepintió profundamente y se postro ante el patriarca. Luego perdono también a su hermano el príncipe Funyomitta, y accedió a que se hiciera monje. Fue entonces cuando el patriarca pregunto al príncipe: ¿Qué debes hacer para renunciar al hogar? Y tuvo lugar el episodio que hemos reseñado anteriormente que concluyo con la renuncia de Funyomitta al hogar.

Teisho de Keizan Zenji
Después de este hecho, Funyomitta sirvió al vigesimocuarto patriarca durante seis años. Mas tarde, al recibir el tesoro del ojo del verdadero Dharma del Thatagata, Bashiashita le dijo: “Este tesoro ha sido transmitido de generacion en generación hasta llegar al momento presente. Debes custodiarlo, transmitirlo cuando llegue el momento y enseñar a todos los seres sensibles”. Cuando el maestro hubo recibido esta secreta confirmación, se liberó tanto de la mente como del cuerpo. Como ya hemos dicho, la renuncia al hogar no era, para el maestro, un asunto ordinario. Es por esto por lo que, cuando Bashishita le preguntó qué era lo que debía hacer quien deseaba convertirse en monje, respondió: “Tendré que poner en práctica la actividad del Buda”.

Cuando el venerable le preguntó “que era lo que debía hacer” no se estaba refiriendo a ningún “asunto ordinario”. Debéis entender, por tanto, que la renuncia al hogar no se realiza par cumplir con ningún propósito mundano. Por mas que os rapéis la cabeza y tiñáis de negro vuestro ropajes para parecer seguidores del Buda, no dejareis por esto lo de pensar en términos de “yo” y “los demás”. Si no os desidenficais de las distinciones entre hombre y mujer, todo seguirá siendo un asunto ordinario que en modo alguno puede ser considerardo la actividad de un Buda. Desde la Mente original no existe ni la actividad del Buda ni los asuntos mundanos, pero cuando desconocemos la Mente original hablamos de asuntos ordinarios. La verdadera “actividad del Buda” consiste en aclarar nuestra Mente original.
Cuando alumbréis vuestra verdadera Mente original se desvanecerán simultáneamente todos los signos relativos al nacimiento y la extinción. ¿Cuánto menos, pues, podrá haber seres despiertos y seres ordinarios? Si lográis acceder a esta experiencia, los cuatro grandes elementos y los cinco agregados dejaran de existir. ¿Cómo podrían, entonces establecerse la tres esferas de existencia y los seis destinos? Es por esto por lo que, en ultima instancia, no hay hogar al que renunciar ni cuerpo alguno que deba ser habitado. Por ello se habla de renunciar al hogar. No hay nada en lo que se pueda morar, el hogar es destruido y la persona perece. Entonces el samsara y el nirvana se extinguen espontáneamente sin necesidad de erradicar nada, y el bodhi y las impurezas se ven abandonadas sin que haya tampoco que extirparlas. Pero esto no es algo que suceda súbitamente porque , de hecho, durante los cuatro eones del origen, permanencia, cambio y vacuidad, jamás ha habido la menor perturbación. La Mente original de todos los seres es como le cielo, cuya inmensidad carece de interior y de exterior, y como el agua, que no tiene ni dentro ni fuera. No alberguéis, por tanto, el menor temor por ser una persona laica ni sintáis tampoco orgullo alguno por haber renunciado al hogar. Lo único que tenéis que hacer es poner fin a todo tipo de consideraciones externas y discernir internamente.
Tratad, por un momento, de observar con atención sin que vuestra mente se disperse ni vagabundee hacia adelanto o hacia atrás. ¿Acaso existe, en este mismo instante, algo que pueda ser llamado “yo” o algo que pueda ser llamado “otro”? ¿Qué sentido tienen, si no hay signo alguno del “yo” o del “otro” o de los términos “bueno” y “malo”? Desde el mismo principio, la Mente original ha sido tan resplandeciente como el sol y la luna. No existe un solo lugar que no pueda verse iluminado por ella.

Poema

Nuevamente tengo unas pocas palabras para ejemplificar esta historia.

El dominio original es ordinario y no hay, en el, una sola brizna de hierba.
¿Dónde podría haber, pues, espacio alguno para la Vía del Zen?

Según: Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Crónicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona.

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