DAIKAN ENO

Golpead el mortero,
Su estruendoso sonido
Retumba mas allá del tiempo y del espacio.
Tamizad las nubes
Hasta que aparezca la luna plateada
y la noche sea profunda y clara. – Keizan Jokin

Daikan Eno (638 – 713) que perdió a su padre cuando era muy joven, creció en la pobreza. Ganaba su sustento y el de su madre vendiendo leña en el mercado. Un dia, cuando llevaba leña a un cliente, oyó a un monje que recitaba el Sutra del Diamante. Al oír: „cuando el espíritu no permanece en nada, el verdadero espíritu aparece“, despertó y en ese mismo instante decidió hacerse monje. Sin tardar, fue al templo del Maestro Konin. Durante su primer encuentro con el quinto patriarca, este , tras preguntarle de donde venia y que quería, le dijo:

„un bárbaro del sur no puede convertirse en buda“
Eno contestó:
„La gente del sur y la del norte pueden ser diferentes, pero en la naturaleza de buda no hay ni sur ni norte“.

Konin quedó impresionado por la profundidad de aquel joven medirional. Pero, al ser principiante y totalmente analfabeto, no pudo recibir la ordenación de monje y se convirtió en ayudante de cocina. Un día Konin reunió a todos sus discípulos y para poner a prueba a su comprensión de la enseñanza, les pidió que la expresaran en un poema. Se sentían incapaces y le dejaron la tarea al monje Jinshu que gozaba de gran estima entre los discípulos. Eminente erudito, se le consideraba el primer discípulo. Por la noche, Jinshu escribió su poema en la pared del templo:

„El cuerpo es el árbol de la iluminación,
la mente el espejo resplandeciente.
Trata de mantenerlo siempre limpio
y no permitas que el polvo se acumule en el”.

Jinshu consideraba que practicando todos los días se terminaba por obtener el satori, y pensaba que el Zen era un proceso gradual realizado paso a paso.
Eno miró el poema y pidió a un monje que se lo leyera:

– Es un gran poema! Jinshu sin duda se convertirá en el sucesor de nuestro maestro, dijo el monje.
-Realmente es excelente declaro Eno a cabo de un rato-, pero todavía no es perfecto.
-¡No digas tonterías! ¿Que sabrá un estupido como tu? – exclamo entonces el monje.
-¿No me crees? Replico Eno – Entonces compondré mi propio poema- un comentario que despertó la hilaridad del monje.

Aquella misma noche el maestro pidió a un joven monje que le acompañara y transcribiera su propio poema a continuación del de Shen-hsiu:

“La iluminación no es esencialmente un árbol
Ni tampoco hay espejo alguno que resplandezca.
Desde el mismo comienzo no existe nada.
¿donde podría, pues, acumularse el polvo?”

Cuando, a la mañana siguiente, los monjes leyeron el poema lo ensalzaron en voz alta diciendo: „Verdaderamente, este es el poema de un Bodhisattva vivo“, pero el patriarca, reconociendo la autoria de Eno lo borró diciendo: „El autor de este poema todavía no ha llegado a ver su rostro original“, tras lo cual los monjes se olvidaron pronto de el. Aquella misma noche, sin embargo, el patriarca se dirigió en secreto al cobertizo en el que Eno seguía descascarillando arroz y le dijo:

– ¿Estas preparado ya el arroz blanco?
– Ya esta listo pero aun tengo que tamizarlo – respondió Eno.

Luego, en la habitación del maestro, dijo Konin:
El único motivo por el que los budas aparecen en el mundo es el de beneficiar a los seres según sus capacidades. De ese modo, cuestiones tales como los diez estadios, los tres vehículos y la iluminación súbita y gradual desvienen enseñanzas. Además, el Buda transmitió la verdad insuperable, extraordinariamente sutil, profundísima y perfectamente maravillosa del Tesoro del Ojo del Verdadero Dharma a su principal discípulo, el venerable Mahakasyapa. Posteriormente, esa verdad ha sido transmitida interrumpidamente de patriarca en patriarca a lo largo de veintiocho generaciones hasta llegar a Bodhidharma. A mi finalmente me llegó transmitida desde el gran maestro Eka. Hoy te entrego a ti el tesoro del Dharma y el manto que me fueron transmitidos. Debes cuidar bien de él y no permitir que el Dharma perezca.

El maestro entonces, se arrodillo y recibió el manto y el Dharma. Luego preguntó:

– Acabo de recibir del Dharma pero ¿a quien deberé transmitírselo cuando llegue el momento?
– Hace mucho tiempo – respondió el patriarca- cundo Bodhidharma arribo a nuestro país, la gente carecía de fe y el transmitió el manto como muestra de que había obtenido el Dharma. Pero ahora esta fe a madurado, el manto se convertirá en objeto de disputa y deberás consérvalo contigo y no entregárselo a nadie. Será mejor que desaparezcas y te escondas. Espera a que lleguen tiempos mejores antes de empezara a impartir tu enseñanza. Se dice que la vida de quien ha recibido el manto pende de un hilo.

Comentarios de Keizan Zenji:

«Como el agua que se vierte de un recipiente a otro sin derramar una sola gota, cuando tuvo lugar la transmisión Konin preguntó: ¿Esta preparado ya el arroz blanco?. Esos granos de arroz son la maravillosa semilla que nos permitirá convertirnos en reyes del Dharma, el verdadero alimento de los sabios y de la gente ordinaria que germinará y crecerá sin necesidad de escardar la tierra ahí donde caiga. Una vez descascarillado y limpio, el arroz ya no se pudre. Sin embargo, el arroz todavía no esta sin tamizar. Pero, cuando ha sido ya tamizado, impregna el interior y el exterior, lo superior y lo inferior. Cuando el mortero fue golpeado tres veces, los granos de arroz saltaron espontáneamente del mortero poniendo de manifiesto el funcionamiento de la Mente. Después de ser tamizado tres veces tuvo lugar la transmisión del espíritu del patriarca. A partir del instante en que el mortero fue golpeado, la noche no se ha iluminado ni el dia de la transmisión se ha oscurecido.
Parece que el maestro acarreaba leña de Ling-an y descarrillo arroz en Lu. En los viejos tiempos deambulaba por las montañas ganándose la vida con su hacha. Aunque todavía no había aprendido las enseñanzas budistas ni había iluminado su mente, el simple hecho de escuchar la frase de las escrituras referida al desarrollo de una mente sin apoyo le condujo a descarrillar arroz en el mortero de un humilde molino. Aunque el maestro nunca había practicado Zen, profundizo en el Dharma y, trabajando diligentemente durante ocho meses, llegó a experimentar el despertar de manera natural, iluminando así la mente que no mora en parte alguna. En mitad de la noche tuvo lugar la transmisión del linaje de los patriarcas. Aunque el logro del maestro no fue le resultado de muchos años de esfuerzo, es evidente que, durante un breve periodo de tiempo, realizo un esfuerzo supremo. No es posible, pues, medir los logros de los budas en términos de periodos de tiempo largos o cortos. ¿Cómo podríamos entender la transmisión de la Vía de patriarca en patriarca distinguiendo entre el pasado y el presente?

¿Cómo podéis memorizar descuidadamente una palabra o media frase y decir que ese es vuestro Dharma o vuestra Vía, como podéis aferraros a un fragmento del conocimiento y creer que esa es la Vía del Mahayana? Por mas poder que adquiráis, la vergüenza de nuestra familia todavía esta al descubierto. ¡No deberíais dedicaros a predicar el Dharma profiriendo palabras sin sentido y pretendiendo ser algo que no sois! Si realmente queréis alcanzar este reino deberíais dejar de malgastar en vano el día y la noche y no utilizar descuidadamente vuestras mente y vuestros cuerpos».

Segun: Bovay, Kaltenbach, De Smedt (1999): Zen. Práctica y enseñanza, historia y tradición, civilización y perspectivas. Barcelona.
Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Cronicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona.

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