DAIMAN KONIN

Caso
El tregesimosegundo patriarca – quinto patriarca chino – el maestro Daiman Konin se encontró con el trigesimoprimer patriarca en el camino de Huang-mei.
– ¿Cuál es tu nombre familiar (hsing)? Le preguntó el patriarca.
– Tengo una naturaleza (hising) – respondió el maestro – pero no es ordinaria.
– ¿Cuál es tu nombre? – insistió el patriarca.
– Es la naturaleza de buda (fo-hsing) – replicó el maestro.
– ¿No tienes nombre entonces? – volvió a preguntar el patriarca.
– La naturaleza de buda está vacía. Por esto es que no tengo nombre – respondió el maestro.
El patriarca pensó entonces que el maestro era un adecuado receptáculo y le transmitió el Kesa y el Dharma.

Circunstancias
El maestro había nacido en Hueng-mei, en la provincia de Chi-chou, aunque anteriormente (en una vida anterior) había sido un peregrino que plantaba en el monte P´u-t´ ou.

– ¿Puedo escuchar el Dharma del Buda? – preguntó, en cierta ocasión, al cuarto patriarca.
– Eres muy mayor – respondió el patriarca- , de modo que aunque lo escucharas, no tendrías tiempo para aprenderlo. Si regresas (en tu próxima vida) estaré esperándote.
El peregrino entonces se fue y llegó a un río en donde se encontró con una joven que estaba lavando ropa.
– ¿Puedes alojarme (literalmente: ¿me prestas tu útero?) durante la noche? le preguntó después de saludarla.
– Debería preguntárselo a mis padres – respondió la chica.
– Lo haré si lo aceptan – dijo el maestro.
Ella asintió y finalmente regresó a la aldea.
La muchacha era la hija menor de una familia llamada Chou. Cuando regresó a casa estaba embarazada. Entonces sus padres la repudiaron y la echaron. Ella no tenia ningún lugar al que ir y permaneció en la aldea trabajando como hilandera durante el día y en la posada durante la noche. Finalmente dio a luz a un niño y, pensando en su desdicha, le abandonó en el río. Sin embargo, la corriendo no le arrastró y, a decir verdad, ni siquiera le mojó. Luego los espíritus le protegieron y cuidaron de el durante siete días. Estos espíritus eran dos pájaros que le arropaban con sus alas durante el día y dos perros que el ofrecían su calor durante la noche. De este modo, su cuerpo y su mente permanecieron vivos y sus facultades no se malograron. Cuando la muchacha se dio cuenta de ello comprendió que su hijo era un ser excepcional y se ocupó de alimentarle. Así creció gracias a la comida que le proporcionaba su madre. La gente le llamaba “Niño sin Nombre” y un viejo sabio llegó a decir: “Este niño posee las siete marcas del Tathagata”.
Mas tarde se encontró con el cuarto patriarca mientras estaba paseando por el monte Huang-mei y este se dio cuenta de la inusual estructura ósea del muchacho.
Entonces tuvo lugar el dialogo que hemos mencionado en el apartado anterior y el patriarca acabó reconociéndole en silencio como su sucesor del Dharma. Luego pidió permiso a la madre para que permitiera que su hijo fuera su asistente. De este modo llego el maestro, que para entonces tenia siete años de edad, y formalizó el abandono del hogar. Más tarde recibió la ordenación, el Kesa y el Dharma. No había hora del dia en que no practicara y, aunque no descuidaba el resto de sus tareas, jamás dejaba de hacer Zazen. Finalmente, en el año 675, dijo a sus discípulos: “Mi trabajo ha concluido. Ya puedo partir tranquilo”. Luego se sentó y diciendo: “Voy a morir”, expiró.

Teisho
Hay un nombre –hsing- que no se recibe de los padres ni de los antepasados y que tampoco se hereda de los budas ni de los patriarcas. Este nombre es “la naturaleza budica”. La práctica del Zen y el aprendizaje de la Vía apuntan al logro de lo esencial y a clarificar la naturaleza de la Mente. Si no alcanzáis lo esencial habréis nacido y moriréis en vano, ilusionados con el yo y los demás. Por la llamada “naturaleza intrínseca” nacéis y morís una y otra vez. El presente caso demuestra que, aunque rostro tras rostro y cuerpo tras cuerpo seáis diferentes, ni por un solo instante carecéis del conocimiento completo.
Desde el momento en que el anciano peregrino quiso escuchar la palabra del Dharma hasta el momento en que (Daiman Konin) recibió el manto y el Dharma bajo la apariencia de un niño de siete años, su cuerpo había cambiado, pero su Mente no se había modificado ni tampoco lo había hecho su naturaleza esencial. En el elogio que hace el maestro Zen Daii Doshin sobre el verdadero retrato que hace el maestro Zen Hung-chih sobre el verdadero retrato del gran maestro Hung-jen dice “Vidas anteriores y vidas posteriores, dos cuerpos. Pasado y presente, una sola Mente”. Aunque los dos cuerpos sean diferentes, la Mente del pasado, sin embargo, no era diferente de la Mente del presente. Debéis daros cuenta de que esto ha sido exactamente así desde hace incontables eones. Si alcanzáis vuestra naturaleza original, esta naturaleza no puede ser entendida en términos de las cuatros castas hindúes. Las distintas clases sociales tienen la misma naturaleza original y el budismo (que no establece diferencia alguna entre clase) reconoce que cualquier individuo que renuncia al hogar pertenece a la familia de los Sykya.
Esta naturaleza, pues, no esta dividida en “yo” o “tú”. Simplemente lleva mi rostro o el de los demás, y nosotros la discriminamos como el cuerpo anterior y el cuerpo posterior (de Daiman Konin). Si nuestra Mente no está clara, nos quedamos fascinados con lo que vemos y concebimos que este cuerpo es diferente a ese cuerpo y, en consecuencia, acabamos identificándonos y confundiéndonos. No obstante, una vez logramos aclarar este domino, no hay modo alguno de ocultar el Yo o de modificar la Vía por mas que cambiemos de forma y erremos de vida en vida.
La historia del peregrino y del muchacho debe ayudarnos a entender que los seres humanos no necesariamente nacen de la sangre de su padre y de su madre. Así pues aunque, según la sabiduría popular, heredemos ese cuerpo, el cabello y la piel de nuestro padre y de nuestra madre, no es posible reducir nuestro cuerpo a los cinco agregados. Si lo entendéis así no habrá absolutamente nada junto al Yo y no habrá instante alguno en que seáis diferentes del Yo. Es por esto por lo que un anciano dijo: “Todos los seres sensibles se hallan inmersos desde la misma eternidad en el samadhi de la realidad ultima”. Si lo comprendéis y practicáis de este modo no tardareis en encontrar al cuarto patriarca y permaneceréis hombro con hombro junto al quinto patriarca. En tal caso no existirá separación entre chinos y japoneses ni distinción alguna tampoco entre pasado y futuro.

Poema
¿Cómo podría decirlo adecuadamente?

La resplandeciente luna, el agua pura
Y el límpido firmamento del otoño.
¿Cómo podría una simple nube
mancillar esa inmensa pureza?

(1) Según: Maestro Keizan (2006): Denkoroku (Crónicas de la transmisión de la luz) Barcelona. Según: Francis Dojun Cook

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