EL CORAZÓN

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Con vista clara,
Las formas se encuentran.
Sin paradojas.

Del amor algunos piensan que amar significa seguir el corazón. Que el amar tiene que ser como la eterna ansiedad. Como un deseo imposible de cumplir, como una eterna llama. Algunos piensan que el amor es como el fuego vivo que solo se apaga con las aguas puras del amor verdadero. Un refugio seguro ante los caprichos del viento y la adversidad del tiempo. Otros piensan que el amor es como el hambre, inútil si el estomago esta lleno. O como las estrellas, una decoración ociosa ante la infinita oscuridad que envuelve la noche.

¿Que será verdad? Prefiero confiar en que el amor puro no tiene origen. Que es como las palabras, porque tampoco estas tienen dueño y por eso siempre están disponibles y presentes por todas partes. Que el amor original es tanto el efímero perfume de la flores de primavera como la guarida oscura y profunda que no presta abrigo ante la angustia y el dolor. El verdadero amor es simplemente indescriptible, indefinible, implacable. Entonces ¿de donde viene nuestro afán por darle nombre o por etiquetarle? Algo parecido sucede con la ayuda. Ayudar puede ser la caridad, pero también puede significar contribuir a que alguien encuentre por si mismo su propio camino. Aportar a que la compasión brote tanto en el otro como en mi, como directa expresión de la no separación. Y aun así, afirmar que esto es mejor y que lo otro es peor no solo es innecesario, afirmarlo es definitivamente un grave error.

– ¿Como podemos hacer la montaña, los ríos y la tierra uno con nosotros?
A esta pregunta el maestro Keishin responde:
– ¿Como podemos hacernos nosotros mismos uno con la montaña, los ríos y la tierra?

La respuesta del maestro Keishin es la respuesta de alguien que conoce las reglas de la autonomía y la emancipación. Es la respuesta de la montaña tomando la misma postura que la montaña. Es la respuesta de los ríos con una mente que fluye adaptándose a todo lo que se pasa por su camino. Es la respuesta de quien es consciente de que la tierra es la gran madre que nos nutre a todos, de la que provenimos, de la que dependemos y a la que todos volveremos algún día no tan lejano ya. A la vista de los conflictos a nuestro alrededor y el crecimiento de la populación mundial algunas veces nos preguntamos si como seres humanos seremos capaces de afrontar los problemas sociales e ambientales que se avecinan. La desigualdad económica entre ricos y pobres que al parecer cada día va aumentando mas, el constante deterioro del medio ambiente, o el continuo encubrimiento de la corrupcion son solo algunos de estos problemas. ¿Seremos capaces de solucionarlos o estamos condenados a ceder el mundo como lo hicieron antes de nosotros otras especies ya?

Algunas veces de tanto escuchar hablar de la emancipación, de la independencia, la autonomía o la individualidad y acostumbrados (o mas exactamente dicho acondicionados) a dirigir la atención exclusivamente a lo que ocurre en el exterior, pensamos todos estos conceptos separados de nuestra propia evolución. Pero desde la meditación tenemos la certeza que esto no es así. Desde la postura de balance entre el cuerpo y el espíritu sabemos que no puede haber progreso verdadero a través de la exclusión. De la misma manera como no puede haber comprensión empleando la marginación o como jamás habrá paz por medio de la violencia. Simplemente porque la separación es una ilusión. Lo que quiere decir que nada existe fuera de la conexión a todo lo demás. Y aun así esta es una experiencia que cada cual debe vivenciar. Una visión que solo se manifiesta y recobra vida justamente ahí donde las contradicciones se encuentran. Donde el viejo se encuentra con el niño, el silencio con el ruido, el malvado con la bondad o la democracia con el autoritarismo una vez mas. Es ahí, donde lo relativo y lo absoluto se topan donde se manifiesta la verdad. Donde podemos darnos cuenta que es lo que podrían ser la autonomía y la emancipación y también donde comprendemos lo que estas definitivamente no son. No lo es el encubrimiento de la verdad o la obstrucción de la libre expresión, no lo es ni el manipular ni el dejarse manipular, no lo es el sembrar odio con el fin de cosechar amor y no lo es tampoco el querer convencer, misionar o evangelizar. Desde la unidad, todo estos fenómenos son actos violentos que solo fomentan la enemistad.

Hay quienes dicen que el amor no es una síntesis entre el ideal y la realidad. Que el amor es saber escuchar al corazón y que al escuchar al corazón y al hacerle caso siempre ganarás. Entonces me pregunto ¿que significa escuchar el corazón?¿Decidir a partir de una orden o un antojo quizás que no armoniza con la razón, o es más bien ser consciente de que la frecuencia de las pulsaciones del corazón también dependen de todo a su alrededor?

El amor original es refrescante y acogedor como un puerto seguro. En el se puede ser religioso, ateo o no creyente sin tener que cumplir condiciones o requisitos de ningún tipo. El amor en su estado mas puro es tanto la palabra como también el silencio de un instante en el que todo está pacifico y tranquilo.

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