BASHUBANZU

El venerable Bashubanzu (1) fue el vigesimoprimer patriarca. En cierta ocasión, Shayata, el vigésimo patriarca, dijo:

– No busco la Vía y, sin embargo, no estoy confundido. No venero a los budas y, sin embargo, no soy vanidoso. No medito durante largos periodos de tiempo y, sin embargo, nos soy perezoso. Como más de una vez al día y, sin embargo, no siento apego por la comida. Nunca me conformo con nada y, sin embargo, no soy codicioso. Cuando la mente no busca nada, todo se transforma en la Vía.
Al escuchar estas palabras Bashubanzu despertó a la gran sabiduría inmaculada.

Caso
El maestro había nacido en Rajagriha y el nombre de su familia era Vaisakha. Su padre se llamaba “Dosel Luminoso” y su madre “Ornamento Principal”. Aunque la familia era rica, no tenia hijos y sus padres, deseando descendencia, rezaban ante la estupa del Buda. Una noche, la madre tuvo un sueño en el que bebía de dos recipientes de joyas – uno brillante y el otro oscuro – y quedó encinta. Una semana después apareció en la casa un arhat llamado “Asamblea del Sabio”. Dosel Luminoso se postró ante él y, cuando Ornamento Principal hizo lo mismo, el arhat se levantó al tiempo que decía:
– Me postro ante este gran ser que es el mismo cuerpo del Dharma.
Dosel Luminoso, que no entendía la razón de aquella muestra de respeto por parte del arhat, tomo entonces una joya y se ofreció para ponerle a prueba. El arhat aceptó el presente sin hacer gesto alguno de agradecimiento.
– Soy el dueño de esta casa y no te dignas prestar atención a mi muestra de respeto. ¿Cuál es la virtud especial de mi esposa ante la cual el venerable se pone en pie? – inquirió entonces Dosel Luminoso.
– He aceptado tus respetos y la joya que me has ofrecido – respondió el arhat – solo para proporcionarte buena suerte. Tu esposa lleva en su matriz un sabio que, cuando nazca, será una luminaria resplandeciente de sabiduría para todo el mundo. Es por esto por lo por lo que me he puesto en pie y no porque sienta hacia las mujeres una predilección especial. Tu esposa – prosiguió el arhat – tendrá dos hijos, uno se llamara Bashubanzu y el otro Suni (que significa “Urraca”). El primero de ellos es al que venero. Hace ya mucho tiempo, cuando el Tathagata se hallaba practicando la Vía en las montañas del Himalaya, una urraca construyo su nido sobre su cabeza. Luego, cuando el Buda alcanzó la iluminación, la urraca renació como el rey de Nadi. Entonces fue cuando el Buda predijo que “durante el segundo periodo de quinientos años del Dharma, un sabio renacería en la familia Vaisakha en Rajagriha y seria el hermano gemelo de un santo”. Hoy esta predicción se ha hecho realidad.
Un mes más tarde nacieron ambos niños. Cuando el venerable Bashubanzu cumplió los quince años de edad se postró ante el arhat Kodo y renuncio al hogar, tomando los preceptos de manos de un bodhisattva llamado Vipaka. En aquel tiempo, el vigésimo patriarca, el venerable Shayata, estaba impartiendo enseñanzas sobre la iluminación súbita cuando llego a Rajagriha. En aquel lugar había un grupo de estudiantes budistas muy versados en los debates que seguían a Bashubanzu (que significa “práctica total”). Este comía una sola vez al día y jamás se acostaba para descansar, día y noche reverenciaba al Buda y era puro, carecía de deseos y se había ganado la confianza de toda la asamblea.
El venerable Shayata quiso liberar a Bashubanzu y, dirigiéndose a todo el grupo, dijo:
– Bashubanzu es un verdadero asceta que cultiva la pureza pero ¿acaso eso le permite alcanzar la Vía del Buda?
– ¿Por qué no podría hacerlo? – replicó el grupo. Nuestro maestro es muy diligente.
– Vuestro maestro está muy alejado de la Vía. Por más que practicase le ascetismo durante eones enteros, sólo lograría profundizar en las raíces de la falsedad y la vanidad – respondió a su vez, el venerable.
– ¿Cómo se atreve el venerable a calumniar así a nuestro maestro? – contesto a coro la asamblea.
– No busco la Vía y, sin embargo, no estoy confundido – respondió Shayata. No venero a los budas y, sin embargo, no soy vanidoso. No medito durante largos periodos de tiempo y, sin embargo, no soy perezoso. Como más de una vez al día y, sin embargo, no siento apego por la comida. Nunca me conformo con nada y, sin embargo, no soy codicioso. Cuando la mente no busca nada, todo se transforma en la Vía.
Bashubanzu despertó entonces a la sabiduría incontaminada, se sintió enormemente dichoso y presentó sus respetos a Shayata. Luego Shayata se dirigió de nuevo a la asamblea y dijo:
– ¿Entendéis lo que os he dicho? Si me he atrevido a hablaros de este modo ha sido para destacar la importancia de la mente que busca la Vía. Si tocáis con demasiada fuerza la cuerda de un instrumento, esta acabará rompiéndose. Por consiguiente, mi único objeto al menospreciar las prácticas ascéticas ha sido el de que Bashubanzu permanezca en la morada de la paz y la felicidad y llegue a penetrar en el domino de la sabiduría de todos los budas.

Teisho
Esta historia encierra un gran secreto sobre el aprendizaje de la Vía. ¿Por qué? Pensar en convertirse en un buda o en alcanzar la Vía y creer que, para ello, es necesario comer una vez al día, llevar una vida pura, meditar durante largos periodos de tiempo, no acostarse jamás, venerar al Buda, recitar las escrituras y acumular méritos, es como esperar que lluevan flores del cielo o cavar agujeros en el aire. De ese modo jamás alcanzareis la iluminación, por más que os esmeréis durante eones enteros en ese tipo de disciplinas. La Vía, en realidad, consiste en no desear nada. El mero hecho de aspirar a conocer lo que es justo se convierte en si mismo en la raíz del deseo, complacer en largas meditaciones constituye un serio apego al cuerpo y si pretendéis comer una sola vez al día acabareis obsesionados con la comida. Del mismo modo, tratar de venerar al Buda y recitar las escrituras es igual que echarse flores a los ojos. Todas esas prácticas carecen de sentido y ninguna de ellas tiene nada que ver con vuestra autentica naturaleza original. Si creéis que la Vía se reduce a permanecer sentado meditando durante mucho tiempo, los nueve meses que estuvisteis en el vientre de vuestra madre también deben formar parte de la Vía. ¿Para que, pues, esforzaros hoy en día? Si la Vía consistiera en comer una sola vez al día ¿qué ocurriría si cayéramos enfermos y nos viésemos obligados a comer? ¿Acaso dejaríamos entonces de estar en la Vía? Esta pretensión es manifiestamente ridícula.
Lo mismo ocurre con las reglas monásticas y con la conducta adecuada de los patriarcas del Buda. No os aferréis, pues, a los extremos ni tampoco os identifiquéis con lo que os parece correcto. Pero si os limitáis a rechazar el flujo y el reflujo del nacimiento y de la muerte y buscáis el Dhamra en las cosas externas tampoco pondréis fin al interminable proceso de muerte y renacimiento que tiene lugar desde el origen sin principio de los tiempos. ¿Cómo pensáis que podéis alcanzar la Vía? Buscar la Vía porque uno se ha ya preocupado por estas cuestiones es una actitud completamente equivocada. ¿Qué Buda es el que necesita alcanzar el despertar? Que seres sensibles permanecen presos en la ilusión? No existe una sola persona que se halle sumida en la ilusión ni nadie que necesite alcanzar el despertar. Afirmar, por tanto, que la ignorancia se transforma en despertar y que las personas ignorantes se convierten en sabias son solo palabras de quien todavía no han alcanzado el despertar. ¿Que persona ordinaria necesita alcanzar el despertar? ¿De que ilusión debéis despertar? Chia-shan dijo:

En realidad, no hay nada que pueda ser llamado despertar.
El despertar solo vuelve mas ignorante a la gente.
Extiendo las piernas y me dispongo a dormir;
No hay en ello ni acierto ni error.
Esta, ciertamente, es la esencia de la Vía.

Pero, por mas que las cosas sean así, los principiantes y quienes acometen la práctica de la Vía a edad muy avanzada deben esmerarse en practicar hasta alcanzar el domino de la paz y la tranquilidad ya que, en caso contrario, podrán verse fácilmente confundidos por las palabras de los demás. Si tratáis de vislumbrar este domino elevando vuestra mirada externa podríais ser engañados por cualquier buda demoniaco. Por mas que escuchéis hoy esta enseñanza y lleguéis a entender que no hay nada que pueda ser obtenido, habrá maestros que os digan que hay algo que lograr y budas demoniacos que traten de convenceros de que debéis emprender algún tipo de práctica. Pero de ese modo solo os inquietareis y confundiréis. Hoy habéis recibido la verdadera enseñanza del Buda. Practicad, pues, con esmero hasta alcanzar la esfera de la paz y la tranquilidad. Quien alcanza este dominio se asemeja a quien ha comido hasta el hartazgo y no se interesa mas por el asunto, par mas que escuche de algún banquete principesco. Se dice que “los manjares exquisitos no llaman la atención de quien esta ahíto” y, por el mismo motivo, los antiguos afirmaron que “una vez que caes enfermo lo único que debe importarte es recuperarte prontamente”.
Cuando entendáis esto os daréis cuenta de que vuestra mente original no distingue entre los budas y los seres ordinarios. ¿Cómo es posible, entonces, rechazar la ilusión y tratar de alcanzar el despertar? Desde que el patriarca Bodhidharma saliera de la India para ayudar a que la gente alcanzase la visión directa e su autentica naturaleza, los maestros Zen jamás han hablado de tener o carecer de sabiduría o de enseñazas antiguas o modernas. Lo único que debéis hacer, por tanto, es sentaros erguidos y permanecer en silencio contemplando vuestra autentica naturaleza. En ello precisamente reside la gran enseñanza sobre la paz y la felicidad. Desde hace innumerables eones pensáis que la confusión consiste en no estar confundidos. No os preocupéis estérilmente por la escarcha que se posa sobre la ventanas de los demás y aprestaos a custodiar vuestro propio tesoro. Keizan, vuestro mejor amigo, os ha encontrado. No esperéis a iluminaros en el futuro, sacudíos internamente y dirigid vuestra mirada hacia la pulgada cuadrada de vuestra propia mente. Buscad ahí y en ningún otro sitio. Cuando lo hagáis así se revelaran ante vosotros cientos de miles de enseñanzas y de asuntos relativos a los budas que colmaran los cielos y la tierra. Es muy importante que no busquéis la Vía externamente, porque la Vía no es más que la confianza en vuestro propio Yo.

Durante incontables eones habéis estado vagabundeando de un lado a otros sin alejaros del Yo ni un solo instante. Si ignoráis, por tanto, su existencia, seréis como aquella persona que, ese a llevar algo entre sus manos, lo busca incesantemente por todas partes. Esto, por mas confuso que pueda parecer, no es mas que el olvido del Yo. No dudéis, ni por un instante, de que esa es la maravillosa Vía de los budas y la transmisión de los patriarcas. Cuando alcancéis ese domino jamás volveréis a dudar de las palabras de los monjes mas viejos del mundo. En la exposición del caso hemos dicho que “al escuchar estas palabras, el maestro despertó a la gran sabiduría inmaculada”. Si queréis gozar de este tipo de sabiduría únicamente tenéis que confiar en el Yo y, si queréis confiar en el Yo, deberéis comprender que el es el Único. No tratéis por tanto, de despojaros siquiera de una mota de polvo, porque no hay absolutamente nada que obtener y, en consecuencia, tampoco hay que fomentar esperanza alguna de despertar a la sabiduría inmaculada.

Poema
Hoy, como es habitual, tengo unas humildes palabra para ilustrar esta historia. ¿Os gustaría escucharlas?

El viento sopla en el cielo abierto,
Las nubes brotan de las grutas de las montañas.
Las preocupaciones por la Vía
Y los asuntos mundanos carecen de toda importancia.

(1) Keizan Jokin – Denkoroku (Crónicas de la transmisión de la luz): Traducción: Francis Dojun Cook. 2006. Barcelona.

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