VIDA Y MUERTE

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Ante el volcán
No hay obstaculos más
¿A que esperar?

Ósea que la pregunta sobre la vida y la muerte puede ser enfocada tanto desde la vida como desde la muerte. Desde la muerte, cuando miramos hacia la vida y la muerte desde el miedo y este fortifica en nosotros la visión que este instante tiene un comienzo y un fin. O desde la vida, cuando enfocamos nuestra atención en la no separación volviendo una y otra vez a la realidad, lo que nos conduce a reconocer que ni el nacimiento es el principio ni la muerte es el fin si no que todo tiene su continuidad dentro de la incesante corriente de causa y condición.

Un pensamiento que tal vez nos indique que la vida y la muerte también existen en este mismo instante. Cuando nos perdemos en lo que pensamos así como cuando volvemos con cuerpo y espíritu a la realidad. Y un pensamiento que también puede ser llevado a cualquier aspecto de la vida en sociedad. Aspectos como la educación dándonos a entender que también la educación puede ser abordada tanto desde la vida como desde la muerte. Desde la muerte, el temor y la separación viendo la educación como un proceso de indoctrinamiento de conocimientos y de justificación de la autoridad. O desde la vida, como una expresión de la no-separación que reconoce la educación como un derecho humano elemental.

Por una parte un estilo de educación en el cual solo existe una verdad y que niega todo lo demás. Y por otra parte la manera de educar que más bien apunta hacia la emancipación y la responsabilidad individual donde se le enseña al individuo a ser consciente y critico con aquello que llamamos la verdad ya que todo aquello que puede ser llamado la verdad en realidad no existe, pues todo lo que hace un instante era, aquí y ahora ya cambió.

De esta manera incluso en el Budismo Mahayana escuchamos lo que debe ser la verdad. Por ejemplo cuando alguien sostiene que solo demostramos quienes somos de verdad en nuestra reacción a lo imprevisto. Lo mismo como cuando escuchamos que para experimentar el verdadero „yo“ hay que aniquilar la emoción. Un hecho que a nuestro parecer demuestra porque existe tanta confusión en cuanto a la doctrina budista también, ya que si se afirma que existe algo a lo cual llamamos el yo o la verdad, hacemos de la realidad un concepto que no hace más que confundir y que se presta para manipular. Sin hablar de lo que produce si quien escucha lo que se dice que es la verdad la acepta sin interiorizarla o cuestionarla de verdad. Lo que a la vez nos recuerda que la confusión es un estado de la mente que bien se presta para el control y la autoridad y que por eso nos exige ser responsables practicando continuamente la atención. En todo detalle que concierne nuestra autonomía, tanto en la práctica como en la vida en sociedad. Por ejemplo cuando observamos, que determinadas paginas de Internet son desviadas y ya solo son accesibles a través de un servidor del país local. Algo que nos concierne directamente y no solo porque el Internet fue creado para el intercambio libre de información sino porque todo desvío de información se presta para el control, la censura y la aplicación de la autoridad. Lo que a la vez nos demuestra que hasta cierto punto tiene un sentido sustentable preferir consumir el producto local, pero que no es de nada sustentable confiarnos a un ideal, desistiendo de nuestra autonomía, nuestra responsabilidad y con ello de nuestra libertad bajando los brazos de la atención.

Y parecido, porque la actividad básica de nuestra práctica es volver una y otra vez a la realidad, nos cuestionamos una vez más ¿que es el “Yo” en el budismo Zen? ¿Significa nuestra verdadera identidad la ausencia del Yo? y a partir de ahí ¿debe enfocar la práctica budista sus esfuerzos en aniquilar la emoción, porque es esta la que nos impide ver nuestra naturaleza original? Preguntas que una vez más demuestran que lo más importante en nuestra práctica es seguir practicando confiándose solo a los detalles de nuestra postura de zazen. La postura que a través del cuerpo y la mente al volver una y otra vez a la realidad de este instante, nos está demostrando en todo instante que en un mundo constantemente cambiante, haber pasado un test no necesariamente significa haber aprendido la lección.

Pues cuando observamos la impermanencia a través de la postura de zazen, cuando vemos que todo esta conectado entre si y comprendemos que todo lo exterior se manifiesta en nuestro interior y que nuestro interior se refleja en lo que vemos en el exterior, entonces vamos comprendiendo que la verdadera naturaleza se manifiesta cuando enfocamos nuestra atención en todo pero en nada en particular. Cuando mantenemos la mente despierta y atenta pero sin interpretar. O con otras palabras también podríamos decir que el yo no esta ausente sino que está presente en todas las cosas y en todo lugar. Incluso en la emoción. Tal y como lo dice el Sutra del Corazón:

Sariputra todas las existencias son sunyata. No hay nacimiento ni muerte ni pureza ni impureza ni crecimiento ni disminución. Debido a sunyata no hay forma ni sensación ni percepción ni formación mental ni conciencia; Ni ojos ni oídos ni nariz ni lengua ni cuerpo ni mente; Ni vista ni sonido ni olor ni gusto ni tacto ni objetos mentales; ni ámbitos sensoriales ni ámbito de la conciencia. No hay ignorancia ni extinción de la ignorancia ni vejez y muerte ni extinción de la vejez y de la muerte ni sufrimiento ni causa del sufrimiento ni liberación del sufrimiento ni vía que conduzca a la liberación del sufrimiento ni sabiduría ni obtención. Sin nada que obtener, el bodhisattva confía en la Gran Sabiduría

De esta manera tal vez lleguemos a la conclusión que aquello que en el budismo llamamos el verdadero “Yo” no es otra cosa que el vació, y este vacío en realidad no es otra cosa que la mutua interdependencia que existe entre todos los fenómenos en toda dirección.

Ósea que el verdadero veneno en nuestra práctica no puede ser la emoción. La emoción es más bien aquel lodo sobre cual la flor del loto puede florecer. El verdadero veneno es más bien el no independizarnos y el no aprender a encontrar nuestra propia verdad. El no ir más allá de un dogma aunque a este le llamemos la verdad o el no aprender a vivir con nuestro miedo, nuestra ignorancia o nuestra avidez.

Verdad o no, algo que cada un@ debe interiorizar, comprender y sobretodo experimentar.

Sus donaciones nos ayudan para seguir indagando en aquello que llamamos la verdad. Gassho

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