UNIDAD

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Avalokitesvara, el bodhisatva de la gran compasión, por su práctica profunda de la gran sabiduría, ve que los cinco skandas (forma, sensación, percepción, formación mental y consciencia) son sólo vacuidad, ku, y por esta comprensión alivia a todos los que sufren – Sutra del corazón

Todos los esfuerzos en nuestra practica del Zen se concentran en experimentar la unidad. La unidad que nos permite encontrarnos con nuestra naturaleza original y que diluye la bruma aclarando muchas preguntas en nuestro interior. Preguntas como aquellas sobre el verdadero origen del sufrimiento. Ya que si observamos con atención el sufrimiento no es algo que se deja identificar como claramente interior o exterior dado que cuando todo esta expuesto al cambio continuo y toda existencia coexiste con las demás el sufrimiento exterior se refleja también en nuestro interior y el sufrimiento que percibimos como interior tiene su correspondencia también en el exterior.

Algo que podemos comprobar con toda noticia que provoca en nosotros conmoción. Por ejemplo cuando escuchamos como se utiliza la inseguridad para justificar la vigilancia. Cuando escuchamos como la economía parece seguir abriendo aun mas la brecha de la desigualdad. Cuando escuchamos que ante todos estos problemas sociales la educación aun no sabe que rumbo tomar. O cuando escuchamos que se habla de la educación como de un producto que está solo al alcance de quien lo puede costear exponiendo así su verticalidad. Una orientación que ya desde el inicio inculca que quien está arriba ha ganado y quien está abajo es un perdedor.

Noticias que dejan muchas veces en nosotros la impresión que cada día estamos más cerca de aquella profecía que decía que algún día la democracia se convertirá en aquella dictadura perfecta en la cual los prisioneros ya no soñarán con evadirse porque a través del consumo y el entretenimiento han llegado a tenerle amor a su servitud. Noticias que sobretodo nos demuestran como funciona nuestra percepción mental pues fácilmente asumimos que la abstracción es la realidad. La pregunta que surge entonces es: ¿de que agarrarse cuando tenemos la impresión que estamos naufragando porque ante la bruma ya no distinguimos entre el sueño, la pesadilla y la realidad? ¿En que confiar cuando todo lo que existe en nuestro mundo es solo la actividad mental? En nuestra práctica la respuesta mas clara que podemos dar es: en Zazen. En aquella postura corporal y mental que a medida que nuestra practica va madurando nos comienza a guiar a través de cualquier formación mental. Aquella práctica a través de la cual con el tiempo nuestros sentimientos se van alineando con nuestros pensamientos y estos con nuestro actuar y que invoca en nuestro interior la paz. Un punto desde el cual comenzamos a comprender profundamente que ciertamente hay alternativas a la competición. Que hay muchas alternativas y que es mucho más divertido bailar al compás de las cosas como son. Así nuestra naturaleza original nos da a comprender que no es un lobo al acecho lo que llevamos en nuestro interior. Y comprendemos que es nuestro miedo a confiar lo que nos hace ver primero la competencia y recién mucho después la cooperación.

Desde este punto !que extraño resulta así observar que gran parte de la orientación moral de nuestra sociedad esta basada en dicho cuento del lobo que fomenta el temor!. Reflejo de ello es el sistema económico que nos inculca que tener más significa ser más competitivo y en consecuencia ser mejor y que explica la orientación vertical de la educación. Una orientación que desde pequeños nos inculca anteponer la competitividad a la cooperación y que así apuesta más por el miedo que por la confianza. ¿Por qué será? ¿Será coincidencia? ¿será porque así se deja conservar mejor el orden actual? ¿o será porque aun no hemos desarrollado suficiente confianza en nuestra naturaleza original?

Como quiera que respondamos a esta preguntas, hecho es que ante estas dudas no es de sorprender lo distante que nos sentimos muchas veces de nuestra naturaleza original. Y esto aunque en realidad en todo instante seamos la autentica naturaleza original. Una distancia que percibimos como real, que crea separación y que nos impide ver incluso que el sufrimiento de todos los seres y cosas es nuestro sufrimiento también. La distancia que nos impide comprender que si destruimos la naturaleza nos estamos destruyendo a nosotros mismos. Y la distancia que por otra parte explica el desorden con el que llevamos tanto la economía como la educación. Y claro está que existe un estrecho vinculo entre estas dos dado que el mundo de mañana se construye hoy.
Llegando a este punto podríamos poner esta relación a prueba cuestionándonos ¿cómo es nuestra relación con el mundo animal y que le enseñamos a nuestros hijos al respecto? Seguramente concluiríamos que tal vez sea mejor callar. Que mejor será no hablar porque le estamos causando tanto sufrimiento a otros seres sensibles, porque a la vez estamos destruyendo nuestro planeta porque los animales de la cadena alimenticia emiten más gases que todos los automóviles juntos a nivel mundial. Sin hablar de todos inconvenientes que implica el consumo excesivo de carne para nuestra salud. Y así todo seguimos sosteniendo a través de mitos y de cuentos que las fieras son los lobos y que estos son un peligro para la humanidad.

Habiendo llegado hasta aquí, tal y como lo hacemos durante zazen volvemos a la postura inicial de unidad entre el cuerpo y espíritu dejando atras la actividad mental y nos cuestionamos ¿que podemos hacer para disminuir todo el sufrimiento que hay? Y la respuesta más plausible que encontramos es: aprender a convivir con la actividad mental y con la emoción. Pues si aprendemos a convivir con la percepción sensorial aprendemos a convivir con el sufrimiento y cuando esto ocurre el sufrimiento comienza a diluirse en la unidad que a la vez es un proceso de constante transformación.

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