LA SEMÁNTICA Y EL ZEN

Cuando caminas, el camino no está cerca, no está lejos.

Pero engañado, estás montañas y ríos alejado de él – Sandokai

En el Budismo frecuentemente solemos escuchar que es imposible expresar la verdad por medio de las palabras. Esto porque toda palabra, todo símbolo y toda explicación siempre será una interpretación de la realidad. Una aclaración, que siempre va por lo menos un instante detrás de la realidad, ya que en el mismo momento en el que la palabra intenta describir las cosas como son, lo que hace un instante era la realidad ahora ya cambió.

Ósea que los símbolos y los términos son no más que un intento del ser humano de acercarse a la realidad por medio de imágenes que interpretan la realidad, pero que al basarse en la separación del objeto y el sujeto, nunca la alcanzaran de verdad. Una característica del mundo conceptual que ya a más de algún honesto buscador de la verdad que practica el Dharma solo por el bien de la verdad, le ha llevado a abandonar por completo el mundo de las palabras, dado que por más que busquemos la pureza en las palabras, y aunque la palabra este en sintonía con el pensamiento y la acción, siempre llega el momento en el cual comprendemos que una palabra no puede ser ni pura ni impura porque lo puro que no es ni puro ni impuro esta mucho más allá de lo que el concepto intelectual puede percibir. Un momento importante en nuestra práctica sobre el cual es importante reflexionar. Y es que fácilmente podríamos llegar a la conclusión que da lo mismo lo que digamos porque toda palabra no es ni pura ni impura, hasta que la ley de causa y condición nos recuerde que esto no es del todo así.

Así, de manera natural llegamos a comprender que para poder avanzar en la búsqueda de la verdad el estudio del Dharma a través de los símbolos y palabras es imprescindible ya que son justamente las palabras lo que hacen posible la comunicación y con ello estudiar y enseñar el Dharma. Ósea que las palabras aunque no sean la realidad misma son parte de ella y por lo tanto estudiar su función dentro de las enseñanzas del budismo es una valiosa faceta más de lo que significa estudiar el Dharma.

De que vale la pena estudiar las palabras, su significado y su empleo dentro del Dharma, lo demuestra también el ramo científico de la lingüística denominado semántica.La semántica que siendo el estudio del sentido de los signos, símbolosy palabras y su evolución dentro de su contexto socio cultural, nos releva valiosas enseñanzas sobre los procesos sociales que han acompañado la transformación del idioma, de la sociedad y del Yo.

De que esto es así, lo demuestran palabras como por ejemplo los términos“indio”, “negro”, “homosexual”, “emancipación”,“amor”, “espiritualidad” o hasta la palabra “religión”. Y es que ya a primera vista se puede deducir que el termino “Indio” sea una palabra que en su sentido original se utilizaba para describir al nativo de la india y que solo y después de la gran confusión de Cristóbal Colon se pasó a emplear para describir a las personas que originalmente poblaban el continente americano. Un termino que hoy tiene una connotación despectivallegado incluso a representar un símbolo de la discriminación hacia las culturas originarias de nuestro continente y que ha ido siendo substituido por nuevas palabras como “indígena” o “habitante de culturas originarias”.Algo parecido nos revela el estudio semántico de la palabra “negro”, empleada para distinguir a una persona de color oscuro de piel. Una palabra que en las ultimas décadas se ha venido substituyendo por otras palabras como por ejemplo el termino “persona de color”. ¿Pero que importa el color de la piel? Una pregunta que en los últimos tiempos nos resalta cada vez más a la conciencia y que naturalmente no conduce a la conclusión queuna persona es una persona y ya esta. Esta en este momento justamente aquí y por lo tanto no requiere ninguna justificación de que si viene de aquí o que si viene de allá y menos aun ningún atributo que la distinga a través de su color de piel.Así llegamos a otro punto elemental en el estudio de semántica de los signos, que esel hecho que el idioma y la semántica siempre se encuentran en constante transformación. Lo que ayer era revolucionario y provocador hoy es un derecho y o hasta tal vez una manera más sutil de la discriminación. Algo que muy bien puede ser explicado a través del estudio de la evolución semántica de la palabra homosexual. Antes, en nuestro continentetoda un provocación, hoy nos damos cuenta de la discriminación que significa querer privarle a otra persona de sus derechos mas elementales solo porque vive el amor y la sexualidad de una manera que defiere de los conceptos que la mayoría a heredado a través de la moral.

Así, tanto la palabra “indio” como los términos “negro” o “homosexual” nos indican que las palabras reflejan los cambios sociales, pero también nos recuerdan que las palabras no alcanzan la realidad, ya que bien podemos observar en estas palabras que es posible aproximarse a la plena justicia social, esto por ello no significa que la discriminación haya dejado de existir. Ósea que el cambio continuo del sentido semántico de las palabras jamás deja de parar, lo que queda demostrado también por expresiones como la palabra “emancipación”. Un termino que en los años 60 caracterizaba la lucha de la mujer por sus derechos legítimos, y que más tarde nos fue enseñando que la emancipación involucra tanto a la mujer como al hombre y que hoy nos dice que la emancipación no es un estado fijo de la conciencia sino que un proceso dinámico a través del cual el individuo puede realizar el balance entre el mundo interior y el mundo exterior.Algo parecido podemos observar al analizar la evolución del sentido de la palabra “amor”.Mientras que en la época feudal el amor no era un sentimiento espontáneo que más tarde culminaría tal vez en el matrimonio sino que la pareja se casaba primero y de la vida conjunta nacía el amor, con el romanticismo esto cambio radicalmente y la búsqueda del verdadero amor se convirtió en una razón de ser. Un concepto que con la modernidad nuevamente se vio alterado porque el amor se convertía enun objeto atractivo que finalmente se podía comprar. La mujer atractiva, el hombre atractivo, entre más cumplíamos con los requisitos que nos exigía el mercado más grandes la posibilidades de tener éxito.Una evolución que más tarde nos llevó a cuestionarnos ¿que significa amar? ¿hacer del amor un objeto que se puede anhelar o hasta incluso poseer?

Y el estudio de la semántica de los términos nos ofrece también interesantes pistas sobre la palabra religión. Una palabra que nos demuestra que hay diferentes maneras de comprender lo que es la religión, dado que todo contexto socio cultural tiene su propia definición de lo que es la religión.Así podemos observar que mientras que en algunas culturas el termino religión esta estrechamente relacionado a todo aquello que implica la verdad absoluta, en otras culturas la religión existe exclusivamente en relación a un ser superior.Así, visto desde una visión que reconoce la diversidad como diferentes expresiones de lo absoluto, el Zen por supuesto que es una religión. Una religión en la cual el Nirvana no esta separado de Samsara y por lo tanto no separa entre lo profano y lo espiritual dándole a la religión un significado que implica más bien la unión.La unión que se expresa en el encuentro de lo abstracto con lo concreto y que nos indica que el Zen como religión, más que ser un sistema de creencias, es una manera real de vivir la vida en comunidad.

Así, a partir de la práctica del Zen, el estudio de la semántica de las palabras nos demuestra la importancia que tiene el estudio del Dharma y su respectiva comprensión. Y es que para llegar a comprender lo que significa el verdadero espíritu del aquí y ahora, es necesario comprender la función de los símbolos y términos dentro del Dharma. Pues no da lo mismo lo que digamos solamente porque toda palabra no es ni pura ni impura o porque siempre será una expresión de dualidad, si no que es importante comprender que siguiendo la ley de causa y condición toda expresión o es una fuente de sufrimiento o invoca la paz y la felicidad. Es así como comprendemos que el empleo de las palabras en el Dharma no solo que exijan autentica comprensión sino que es una verdadera responsabilidad, ya que las palabras jamás serán suficientes para alcanzar la verdad.

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