MODA Y ZEN



El viejo mundo que yo detestaba
Es, de hecho, un mundo de magia y de encantamientos,
desde que, gracias al Zen,
me infunden el silencio en el que mora lo inagotable –
Henry Miller

Para alcanzar la emancipación en el sentido budista es imprescindible aprender a ver las cosas como son. Esto es algo que muchas veces no resulta nada fácil tomando en cuenta el efecto que tienen nuestros sentidos sobre nuestra percepción de la realidad. A partir de nuestros sentidos creamos asociaciones e imágenes que con el tiempo se van convirtiendo en conceptos fijos, ficciones y estereotipos. Para explicar este proceso de creación de la realidad, la moda es un fenómeno social ejemplar.

Ya el filosofo Frances Rousseau en sus exámenes sobre el consumo compulsivo identifico la moda como un resultado de la opinión publica. Es decir lo que nos marca o lo que nos inculca que prenda es valiosa o no, es la opinión publica. Esto, explica Rousseau, porque al seguir lo valores de la opinión publica es mas fácil integrarse a la sociedad. O sea que entre mas nos adaptamos a los valores de la mayoria mas aceptancia podemos esperar y por otra parte entre mas individualistas somos en cuanto a nuestros gustos, mas altas la posibilidades de vernos expuestos al rechazo social. De esta manera, guiados por un sistema de valores que rechaza o aprueba, nuestros sentidos aprenden inconscientemente a asociar lo que la mayoria aprueba como lo deseable y lo que rechaza como indeseable. Y aunque seamos individualistas, dado que la opinión publica es algo que toca a todo individuo de la sociedad, queramos o no, vallamos en conformidad con la sociedad o no, los conceptos de estetica de la mayoria siempre afectan nuestras vidas y ya desde muy temprana edad comenzamos a aprender a dar la talla. ¿Pero cual es el problema con esta adaptación al mundo social? Ninguno – si no nos apegamos a los conceptos e estereotipos que se van creado en nuestra conciencia. Y aquí nos damos cuenta que en realidad incluso la moda nos puede ayudar a practicar la atención, porque no oponerse a la diversidad significa aceptar los valores esticos de las minorías, a protegerlas y a la vez tambien – no rechazar los de la mayoría.

En nuestra práctica de habla de la importancia de conservar el espíritu de principiante. Esto tal vez porque el principiante siempre se encuentra en un estado de plena atención, es receptivo y no pretende ser un experto y por lo tanto no desea imponer valores a nadie. A partir de esta postura espiritual del principiante es cuando menos corremos el peligro de crear conceptos de moral que digan quien esta a la moda y quien no – quien es un Buda y quien no. Los expertos en el Zen dicen: ser un buda significa pensar con la cabeza de un Buda. ¿Pero que tiene que ver el pensar con un Buda? La realidad esta en la acción. Todo el mundo tiene la naturaleza budica y para realizarlo, solo hay que comportarse como un Buda.

En el Genjo Koan el maestro Dogen describe la comprensión budista de la realidad de manera poética de la siguiente forma:

Cuando todos los Dharmas son vistos como el Dharma del Buda, existe entonces ilusión y realización, hay práctica, hay vida y muerte, hay budas y seres comunes. Cuando los innumerables Dharmas no son del yo, no hay ilusión y no hay realización, ni budas ni seres comunes, ni vida ni muerte. La verdad del Buda originalmente transciende sobre la abundancia y escasez, y de esta manera existe la vía y la muerte, hay ilusión y realización, hay seres y budas. Y siendo así, el hecho es que la flores, aunque sean amadas, caen; y la maleza, aunque sea odiada, florece.

Con esto Dogen quiere decir que el Buda Dharma transciende tanto la perspectiva subjetivista donde el yo opina sobre el mundo, como la perspectiva objetivista que describe el mundo desde el punto de vista material a través de una tercera perspectiva. Esta nueva perspectiva se basa en la acción en el aquí y ahora que constituye el único lugar donde acontece nuestra vida realmente y que es el único lugar en el cual somos parte de la unidad.

Pero en el Genjo Koan el maestro Dogen va incluso mas aya y afirma:

Y siendo así, el hecho es que la flores, aunque sean amadas, caen; y la maleza, aunque sea odiada, florece.

Lo que significa que aunque la perspectiva de la unión entre el sujeto y el objeto exprese la verdad absoluta, solo se trata de una perspectiva y por lo tanto no sea la realidad misma.

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