¡FELIZ AÑO NUEVO¡

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Con la luz del sol,
Los pétalos se abren,
Solitaria flor.

Otro año que llega a su final y otro que vuelve a comenzar. Miramos hacía atrás y vemos todo aquello bueno que jamás volverá a ocurrir, todo lo malo que jamás volverá a suceder. Proyectamos nuestras esperanzas hacia el futuro y esperamos que todo valla mejor. Melancolía, tristeza, ansiedad, fieles reflejos del turbio revuelto de la actividad mental. Al mismo tiempo señal de que estamos vivos, de que somos humanos , de que somos capaces de sentir. Nada malo hay en la actividad mental, al contrario. Verla, observarla significa abrir los ojos ante el espejo de la verdad. Significa claridad. La claridad necesaria para comprender que justamente ahí donde encontramos nuestras ilusiones o nuestras contradicciones es donde se hace posible liberarse del sufrimiento que bien guardado lleva consigo la mente que fragmenta la realidad. Un lugar en el cual el sufrimiento que en su momento se convirtió en arrepentimiento y dolor de manera natural se transforma en perdón. En el sentimiento de que ha llegado la hora de seguir nuestro camino y de dejar la angustia atrás.

Hasta que nuevamente el año llega a su final y otro nuevo vuelve a comenzar. Hasta que nuevamente vemos todo aquello bueno o malo que jamás volverá a suceder. Hasta que nuevamente proyectemos nuestras esperanzas hacia el futuro y esperemos que todo valla mejor. Hasta que nuevamente volvamos a sentir arrepentimiento y las heridas en nuestro interior vuelvan a cicatrizar. Así un año tras otro hasta que tal vez llegue el momento en el cual nos preguntemos ¿ha ocurrido de verdad?, ¿que evidencia hay de todo ello? ¿donde están todos aquellos que ya no están?

Preguntas que sobretodo reflejan que el sufrimiento, al igual que la actividad mental, es un constante ir y venir. Que nos revelan que abrir los ojos ante el espejo de la verdad no es del todo un acto que dependa de nuestra voluntad personal, ya que hay ilusiones muy sutiles, como aquella de intentarse liberarse de la ilusión. Preguntas que así desde el silencio nos indican que creer ver las cosas como son no es lo mismo que ver las cosas como son de verdad. Preguntas que así nos demuestran también que hay cosas que solo se pueden aprender con la ayuda de amigos que no están condicionados por nuestra contradicción personal y que así resaltan la importancia del maestro y la práctica en comunidad.

En el silencio existe el ruido como también existe movimiento en la inmovilidad. El ruido de nuestros recuerdos y nuestras esperanzas y de todo lo que conlleva la actividad mental. El ruido de una corriente que mientras estemos vivos jamás parará. Y el movimiento de nuestra respiración que se mueve al mismo ritmo que todo a nuestro alrededor. El movimiento universal que nos demuestra que si vemos nuestras supuestas contradicciones como contradictorias es solo porque aun no hemos aprendido a relacionarnos con la actividad mental. De lo contrario hubiésemos comprendido ya que nuestras ilusiones en realidad no son otra cosa que la más pura verdad.

Buda Shakyamuni dice:
„Es como si una persona con los ojos nublados estuviese intentando de ver flores en el aire vacío. Cuando el mal de los ojos nublados se cura, las flores en el espacio vacío se desvanecen“.

Palabras que nos conducen hasta lo que significa salvarse a si mismo tal y como lo propone el Budismo Zen. Pues este salvarse a si mismo no significa aniquilar las ilusiones, sino que a plena consciencia de lo que son, aprender convivir con ellas hasta comprender profundamente que incluso cuando más sumergidos en la ilusión nos creemos, siempre estaremos al cien por cien dentro de la iluminación. Como una ola que por alta que fuese, en todo instante es el mismísimo mar. Una comprensión desde la cual, al desvanecerse lo que separa el objeto del sujeto mediante la práctica de zazen naturalmente nace la compasión. Comportándonos nosotros mismo como el implacable espejo de la verdad. Aquel espejo que a nada se apega y que nada rechaza y que justamente por esa razón puede contener todo el universo dentro de si.

De esta manera, dejamos el año 2014 atrás y le damos la bienvenida al nuevo año 2015. Un año en el que seguiremos enfocando los fenómenos desde la postura de Zazen. Apuntando hacia la educación que más allá de ser un derecho fundamental, no necesariamente debe significar querer más y más si no que más bien debe ser una ayuda a encontrarnos a nosotros mismos con nosotros mismos. Enfocando las diferencias culturales dentro de la diversidad desde lo que nos une en vez de utilizarlas para crear aun más separación. Hablando desde el silencio que no es mudo ante la violencia o la opresión. Desde nuestra verdadera identidad que desde siempre ha estado en armonía con su naturaleza original que se encuentra en todos los seres y todas las cosas y que siempre lo hará.

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