EL CAMPO

Gris es el cielo.

A lo largo del campo,

Otra fragancia.

Que nadie se divise no quiere decir que un campo sea mudo. Que el campo este alumbrado no necesariamente significa que la luna este durmiendo. Pues como todos lo sabemos aunque pueda ser las cosas no siempre son lo que aparentan. Al igual que por más que lo planifiquemos en la vida real las cosas no siempre salen así como lo deseamos. No siempre podemos escoger, no siempre hay una final feliz para todo. Aun así, siempre hay algo que si podemos hacer frente a una situación que en primera instancia se expresa como adversa. Mi propuesta es aceptarla. Admitirla activa e incondicionalmente para a través de la aceptación podernos sintonizarnos con ella y con todo lo que nos rodea. Como una hoja que en otoño se deja llevar por el viento. Como una flor que florece en primavera. Desde ahí, desde este tipo de aceptación en la que la elección propia se ausenta, si me pregunto, ¿por qué cae la hoja? o ¿por qué florecen las flores en primavera? las respuestas a mis preguntas están naturalmente en sintonía con lo que acontece. Así de simple. Así de difícil. Alguien diría: así de diferente. Nuevamente me pregunto ¿Por qué?, ¿Por qué algunas veces es difícil y otras fácil sintonizarse con lo que realmente ocurre y me aparece una sospecha. ¿No será que hay una cierta indecencia en la moral y el idealismo que de ella se desprende? 

Hablo de que en la vida real para nada existen garantías. De que no es suficiente con apoyarse en la identidad para sintonizarnos con lo que realmente ocurre. De que en todo momento y en todo instante hay que poder ir más allá de la norma y los conceptos preestablecidos. De que es necesario comprender que todo tabú en la conciencia es a la vez un fenómeno que no puede ser analizado. Llego así a la conclusión que la moral no solo es la madre de la indecencia sino que también el padre de la avidez, la rabia y la ignorancia por lo que esta directamente ligada también a las guerras, la desigualdad y la pobreza. Y es que la moralidad en realidad no es otra cosa que un instrumento de dominio así que propongo que busquemos alternativas. 

Si, es hora de darse cuenta. Por esta razón, según el maestro Dogen, es de vital importancia aprender a comprender la realidad como una expresión concreta e instantánea de la verdad. Aquí y ahora es el momento de aprender a escuchar la verdad que existe en nosotros mismos. Aprender a apaciguar la tormenta para que de esta manera se establezca el silencio. Para que a través del silencio aparezca la sabiduría. Y para que a partir de la sabiduría se manifieste nuestra verdadera naturaleza. Shakyamuni Buda dijo una vez: “Todos los seres tienen integra y completamente la naturaleza de Buda: El Tathagata está siempre presente sin cambio alguno”. De acuerdo al maestro Dogen esta verdad traspasa todo concepto. Incluso términos como  “todos los seres” como los entendemos habitualmente ya que en este caso esta denominación se refiere a todas las formas de existencia sin excepción alguna. Como también traspasa todo concepto sobre el “ser” o el “no-ser” y de esta manera todo concepto sobre el tiempo pues la naturaleza de Buda incluye toda forma de existencia en todas las direcciones incluyendo el pasado, el futuro y el presente. 

¿La hoja cae porque sopla el viento? ¿O cae la hoja porque a llegado el otoño?  ¿Florecen las flores porque llega la primavera? ¿O florecen las flores porque el hielo ha desaparecido? Para responder es necesario ir más allá de las sensaciones. Descender con la respiración hasta lo eternamente consciente e silencioso. Hasta lo que no puede ser identificado. Ahí, donde el campo no es ni blanco ni rojo, no está ni dormido ni despierto, no está ni triste ni alegre, no es ni feo ni bonito. Ahí, el campo es el equilibrio del aquí y ahora. Es la acción que ocurre en este instante.

Marcar el Enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *