DIVERSIDAD


Por más que la naturaleza original no pueda ser otorgada ni recibida, es inevitable que, cuando uno se palpe el rostro, tropiece con su propia nariz – Keizan Jokin

La diversidad cultural es tanto en oriente como occidente un hecho innegable. Así lo indica tanto la pintura de más arriba que se encuentra en lo que queda del muro de Berlín o el clip en la barra de video donde se muestran estatuas budistas con un mantra hinduista como música de fondo. Elementos de diferentes religiones o culturas se encuentran, forman algo nuevo, que tal vez se mantiene por un tiempo o que padece rápidamente , pero que siempre son el fiel reflejo de los principios básicos de nuestra existencia: la impermanencia y la interdependencia.

La diversidad cultural por lo tanto tematiza lo que nos diferencia. Lo que nos diferencia en el sentido étnico, en lo religioso o tal vez simplemente en cuanto a nuestro estilo de vida, pero que no nos separa. Y aunque esta diversidad cultural sea un hecho innegable, muchas veces provoca reacciones de diferente tipo. Como lo puede ser por una parte un cierto temor a la hora de aceptar nuevas expresiones que ponen en duda antiguas convicciones. Y por otra parte reacciones positivas que apuntan hacia la diversidad como una oportunidad donde se premia lo que es diferente. Donde se le da a lo que es diferente un enfoque constructivo y donde se acentúa la valorización positiva de lo que es diferente con el fin de crear un ambiente productivo y a la vez mejorar las condiciones para todos.

En nuestra práctica la diversidad de las formas también se encuentra reflejada. Pero mas que un fenómeno que tiene una cara positiva y una negativa, en el budismo la diversidad es una característica innegable de la unidad donde todo tiene su espacio y su derecho de existir. Un ejemplo en este sentido es tal vez el hecho que en nuestra práctica frecuentemente nos encontramos con diferentes interpretaciones de las enseñanzas básicas. Algunos instructores sostienen por ejemplo que lo mas importante es concentrarse en la exhalación profunda, otros enfocan en la postura corporal, y otros que sostienen que nada de todo eso es importante, que lo mas importante es la atención en el espíritu del aquí y ahora. Pero tal vez sean todas estas formas solo diferentes maneras de aproximarse a una y la misma verdad. Una verdad que solo se experimenta si abandonamos nuestras ideas preconcebidas. En nuestra práctica llega el momento cuando tenemos que abandonar las instrucciones básicas, asimismo como los ideales, porque si no lo hacemos, aunque vivamos la vida cotidiana dentro de la naturaleza original o aunque practiquemos dentro de ella, jamás nos encontraremos con lo que la naturaleza original verdaderamente es.

Ósea que la confianza es necesaria. Una confianza que en nuestra práctica nace de la postura firme pero flexible y que nos lleva a comprender las dificultades que nos provoca la percepción dualista. Comprender por ejemplo que no nos entendemos a nosotros mismos; que vemos todo desde nuestra perspectiva particular; que siempre estamos buscando ser mejores que los demás o que no amamos a nadie mas que a nosotros mismos.

Así, para encontrar el equilibrio dentro de la diversidad o para armonizarse con la diversidad, el conocimiento de si mismo resulta imprescindible. Un conocimiento que se tematiza en el Genjo Koan del Shobogenzo y que representa una de las enseñanzas centrales del Buda y que a sido transmitida a través de todos los maestros de nuestra tradición. El maestro Dogen dice:

Aprender la verdad del Buda es aprendernos a nosotros mismos. Aprendernos a nosotros mismos es olvidarnos de nosotros mismos. Olvidarnos a nosotros mismos es olvidarnos de nosotros mismos. Olvidarnos de nosotros mismos es ser experimentado por los innumerables dharmas. El ser experimentado por los innumerables dharmas es dejar caer nuestro propio cuerpo-y-mente, y el cuerpo-y-mente del mundo externo. Existe un estado en el que los trazos de la realización son olvidados, y este manifiesta los trazos de la realización olvidada por mucho, mucho tiempo.

Al principio, cuando la gente busca el Dharma, se encuentra muy alejada de los borde del Dharma. Pero en cuanto el Dharma es transmitido auténticamente a nosotros, somos un ser humano en nuestro elemento original. Cuando un hombre está navegando en un bote y mueve sus ojos hacia la costa, el cree erróneamente que la costa está en movimiento. Si mantiene los ojos fijos en el bote, el sabe que es el bote el que avanza. De forma similar, cuando intentamos entender los innumerables dharmas en base a suposiciones confusas acerca del cuerpo y la mente, interpretamos en forma equivocada que nuestra propia mente o nuestra propia esencia puede ser permanente. Si nos familiarizamos con la acción y regresamos a este lugar especifico, la verdad es evidente, en el sentido que los innumerables dharmas no son el yo. (1)

Así, a través de este estudio del si mismo en nuestra practica llegamos poco a poco a un afianzamiento interior, descubierto y vivido en lo más profundo de si mismo y que es mucho más que un acto adquirido. Pero este afianzamiento interior dice Keizan Zenji llega “solo si percatamos aunque solo una vez la existencia de la naturaleza original“.(2)
Solo así llegaremos a movernos libremente siendo nosotros mismos las madres de la sabiduría de todos los budas.

Ósea que la verdadera confianza, resulta de la vivencia directa de lo que la naturaleza original es. Y esta ni puede ser ni otorgada ni puede ser recibida sino que tiene que ser vivida directamente. Y es justamente esta vivencia directa lo que nos lleva a soltar todas nuestras ideas y conceptos preconcebidos . Y cuando esto sucede nos damos cuenta que desde el principio todo ha sido un continuo encuentro. Un encuentro con nosotros mismos, un encuentro con los demás y por fin un encuentro donde nos encontramos a nosotros mismos en todas las cosas.

(1) Eihei Dogen – Shobogenzo; Traduccíon de Luis Alfonso Díaz y Gudo Wafu Nishijima.
(2) Según: Francis Dojun Cook (2006): Denkoroku (Crónicas de la transmisión de la luz) Maestro Keizan. Barcelona.

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