CONFIANZA

SONY DSCKanzeon – aquel que escucha el lamento del mundo

Aquello a lo que llamamos un sueño es la realidad y aquello a lo que llamamos la realidad es un sueño. Esta es la conclusión que se saca cuando a travez de la confianza alcanzamos el estado de la mente sin intención y experimentamos la naturaleza original en la cual la práctica y la iluminación son no-dos.

Tal vez por esta razón, porque el suenho es la realidad,aparece Avalokiteshvara en sus diferentes manifestaciones y se implica en la vida de todos aquellos que sufren para aliviar su sufrimiento a través de la infinita compasión. Una compasión que nos revela muchas enseñanzas. Enseñanzas como aquella que nos indica que a partir de un determinado punto el afán por el control puede significar una seria dificultad. O como aquella que nos demuestra que el pensar que para que nuestro sueño se haga realidad se exija alguna condición especial como lo pueden ser la valentía, el talento o la picardía o cualquier otra formación mental no es más que otra ilusión más. Y también enseñanzas que revelan dificultades más sutiles como por ejemplo aquella que se manifiesta cuando pensamos que por algún motivo u otro exista alguna faceta de nuestra práctica que se deba ocultar. Pues cuando pensamos que por alguna razón u otra exista algún motivo para tapar o manipular la verdad, en realidad esto ocurre porque aún no hemos desarrollado suficiente confianza en nuestra naturaleza original. Pues nuestra naturaleza original implica a todas las cosas y todos los seres, en todas las direcciones y a través de todos los tiempos y por eso es ilimitada y por eso es sin fin. Así no solo que al querer ocultar la verdad le estemos privando a otros de un derecho elemental sino que lo que tal vez es más trágico aun porque no nos damos cuenta de ello, nos estamos privando a nosotros mismos de sorprendernos y de maravillarnos al vivir la vida en todo instante con toda su intensidad, pues eso es lo que ocurre cuando hacemos de un sueño un ideal. ¡Y qué lejos nos encontramos entonces de la verdad! pues es entonces cuando más lejos estamos de comprender que ya que la verdad es ilimitada y ni tiene comienzo ni fin, no hay nada que se pueda revelar ni nada que se pueda esconder.

Así que tal vez haya llegado la hora de preguntarse ¿qué sucedería si soltásemos el ideal? ¿Qué sucedería si desistimos de manipular la verdad y sin temor nos abandonamos a nosotros mismos entregandonos integramente a la postura y a partir de ahí revelamos la verdad. Por ejemplo la verdad sobre el hecho de que no todos los budistas son vegetarianos. Varias son las situaciones que pueden ocurrir: por una parte puede ser que algunas personas se desilusionen del budismo porque han comprendido que el consumo de carne implica sufrimiento y si nos abstuviésemos a consumir carne el sufrimiento disminuiría de manera inmediata. Pero lo que puede ocurrir también es que aquellos que perseveran y exploran los preceptos de nuestra tradición lleguen a la conclusión que Buda jamás prohibió el consumo de carne a sus discípulos. Y tal vez a partir de ahí puede ser que descubran que la verdadera razón porque muchas personas que siguen las enseñanzas del Buda se abstienen a comer carne es porque respetan el primer precepto mayor que es “No matar”. Aquel precepto que indica que un discípulo de Buda no debe matar ni alentar a alguien a matar intencionalmente cualquier creatura viva sino que al contrario debe fomentar una mente compasiva con el fin de salvar a todos los seres. Desde ahí la pregunta que surge es entonces ¿porque el Buda no prohibió directamente el consumo de carne? Y tal vez buscando respuestas a esta pregunta lleguemos a la conclusión que aquí y ahora la verdadera causa del sufrimiento es la mente dualista que separa entre yo y los demás, entre y yo y todos los seres. Tal vez.

De esta manera nos encontramos con otra sorpresa que alberga la práctica de simplemente sentarse sin buscar nada adicional. La sorpresa que nace del hecho de llegar a comprender profundamente que los preceptos son mucho más que recomendaciones derivadas de las enseñanzas de Buda, pues nos damos cuenta que los preceptos son una guía cuando nos creemos perdidos en la confusión. Una guía que nos ayuda a hacer nuestro sueño realidad ya que hasta que no hayamos comprendido completamente que nuestro sueño es la realidad, es importante aprehender a ir más allá de nuestra opinión personal hasta alcanzar la confianza en nuestra práctica. Una confianza que nos indica que querer hacer el sueño realidad siguiendo los preceptos no es lo mismo que querer inculcarles a otros nuestro ideal. Y es aquí donde llegamos a otro punto muy importante de nuestra práctica: la formación. Un punto de gran importancia en la práctica del Zen de la escuela Soto, que se basa en la comprensión de que tan importante como la práctica entregada y sincera de quien aspira a alcanzar la verdad es la confianza en la autenticidad de nuestro maestro y de su centro de formación. Pues si un maestro no ha comprendido lo que es lo que es verídico y lo que es una ilusión tampoco el discípulo podrá alcanzar a distinguir entre la medicina y la enfermedad pues según Avalokiteshvara la verdad que está más allá de la discriminación es ilimitada y no conoce ni comienzo ni fin.

De esta manera nos damos cuenta que la imagen de Avalokiteshvara es mucho más que el fruto de nuestra imaginación. Pues la cara del Bodhisattva de la compasión es la cara de todos aquellos que sufren. Es la cara tanto de una madre o un padre que llora por su hijo como la de un animal que sufre sin saber porque. Esta es otra conclusión a la que se llega cuando soltamos tanto el control como cualquier otra formación mental para que a través de los preceptos y la formación desarrollamos aquella confianza en la práctica que nos ayuda a reconocer que la práctica y la iluminación son no-dos.

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