COMO UN PEZ


Cuando los peces se mueven por el agua, como quiera que se muevan, no existe fin para el agua – Eihei Dogen

Dado que algunas veces la unica noticia que hay es que no hay nada nuevo que contar, va aqui un pequeño relato que tiene que ver con nuestra práctica del Zen:

Toda existencia es sufrimiento. El origen del sufrimiento es el deseo. El sufrimiento puede extinguirse, extinguiendo su causa. Para extinguir la causa del sufrimiento, debemos seguir el Noble camino óctuple.

Palabras de infinita profundidad. Palabras que demuestran en el mismo instante en el que las leemos, que el mundo de las palabras no es la más profunda realidad. Palabras que enseñan que toda lagrima, cada flor y hasta todo pez guardan en si el universo entero.

Esta ha sido siempre mi primera impresión al cuestionarme sobre la relación que hay entre la práctica de la meditación y la vida cotidiana. Tal vez de manera parecida a cuando me pregunto porque me siento extraño aquí donde estoy. Un pensamiento, un sentimiento, un dolor, para el cual jamás he encontrado las palabras adecuadas, a pesar de todos los intentos, a pesar de toda reflexión, a pesar de todo consejo, y que siempre se ha mantenido ahí. “Ahí donde estoy ahora en este instante, ahí es donde está mi hogar” es lo que una y otra vez me he vuelto y vuelto a repetir. Pero la melancolía sobre la perdida siempre ha sido mas grande que yo y se ha quedado ahí. El sentimiento de sentirse separado siempre a condicionado mis acciones y mis pensamientos y con ello todas mis relaciones con el mundo exterior. Somos todos Uno he escuchado una y otra vez cuando mas difícil lo creía ser. Seguro, todos somos parte de la Unidad, pero también es verdad que somos diferentes a la vez. ¿Con que palabras podría explicar que la emigración tiene muchas caras oscuras que no se ven?

Impenetrables caras de una depresión. No siempre es fácil ver luz en la oscuridad. No es solo la perdida del lugar natal lo que pesa, sino que también la nueva situación. Percepción selectiva o lo que sea, la fobia colectiva duele igual. Alguien muestra con el dedo y dice “pero si no sabe ni hablar bien” o “ese nos quita los puestos de trabajo”, y de inmediato comenzamos a juzgar. Que lamentable es ver entonces lo receptivos que somos en cuanto a la manipulación. Basta con que alguien diga : ¡ese fue! ¡hizo mal! y todos dirigimos la mirada hacia allá. Y todo esto bajo la manto de la libertad, la igualdad y la fraternidad. No hay palabras que puedan describir como se siente de verdad algo así.

O ¿que significa estar en prisión? ¿Qué significa estar marginado en los derechos humanos mas elementales y contra la propia voluntad? Tal vez un recluto nos podría confirmar que no hay palabras para describir algo así. Mas allá de la pregunta acaso el castigo es la justicia para los injustos; mas allá de la pregunta quien pueda decir ser justa o justo; lo que siente al estar en prisión se solo se comprenderá cuando uno mismo lo este. Tal vez solo de esta manera se comprenderá que en prisión no hay espacio para la reflexión, porque la prisión siempre será un espacio de violencia. Ser prisionero es algo concreto, es un hecho, donde lo exterior corresponde a lo interior. Y porque lo exterior corresponde a lo interior, dicen las prisiones mucho sobre nuestra sociedad. Tal vez por eso que en prisión se deprecie tanto la palabra «libertad».

¿Y que decir de alguien que esta por morir? ¿Qué podrían decir los parientes? Podríamos decir que es el circulo de la vida, que sin la muerte la vida no existe. Podríamos decir que en la impermanencia se encuentra lo inmortal y aun así: ¿cómo podrían aliviar palabras el dolor?

Así, especialmente cuando nuestro anhelo es consolar, comprendemos con claridad: las palabras no pueden alcanzar la realidad. Como un mapa nos enseñan el camino ¿pero a donde lleva este sendero? ¿hasta el horizonte de nuestra conciencia o hay un más allá? Pausa. Un momento de silencio es suficiente. Sin que la acción sea dirigida por la voluntad, solo existe la acción.

De esta manera, indirectamente, me enseñan las palabras humildad. De verdad que solo hace falta un instante y toda hoja, toda gota en el océano, todo animal, toda palabra, así como el sentirse ajeno en algún lugar, o el imaginarse ser libre, nos dicen lo que es la realidad. Si, también la imaginación, porque sin la imaginación tal vez jamás hubiese dado el primer paso.

Es verdad, son los momentos en los que vivo de instante a instante, los que me demuestran que todas las cosas relatan la verdad. Así como un ave canta que es un ave, porque tiene alas y porque puede volar en el cielo claro y azul. Así como un pez mudo cuenta que un pez sabe nadar porque es un pez y que un pez nunca se lo piensa para nadar. Así las infinitas cosas también nos cuentan sus misterios. Secretos como por ejemplo que el océano es redondo, que el viento es puro y sin fin y que el color de las montañas es azul.

Entonces cuando vemos los fenómenos mas allá de nuestra imaginación, podemos ver la verdadera cara de la realidad. Estos instantes de encuentro con la realidad tal y como es son como un espejo que pareciese preguntar: ¡¿qué te haz imaginado? ¿Quién crees que eres? ¿Cómo se te ocurre juzgar sobre alguien aunque solo sea sobre ti mismo? No hay nada por lo que valga la pena matar. No hay nada por lo que valga la pena morir. Deja caer las armas, y deja ya de luchar. Da el primer paso, siéntate sobre un cojín y mira tu interior. Respira, exhala y disfruta el estar vivo!. Detrás de las nubes el cielo es eternamente sereno y azul.

En momentos como estos, vuelve a mi la serenidad. Una paz de donde nace la conclusión:

Un pez no es un pez porque se percibe como pez. Un pez no es un pez porque sabe nadar. Un pez no se pregunta acaso esta vivo o muerto o acaso es un pez. Un pez vive y muere como un pez y por eso es un pez.

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