MINDFULNESS Y ZEN

SONY DSCLa flor abre sus pétalos sin buscar admiración. Vive sin saber lo que surgirá en el próximo instante, sin pensar en lo que fue ayer. Ni aunque llegase la primavera y le prometiese el aire, la tierra o el sol, la flor seguiría abriéndose por las mañanas y cerrándose al anochecer.

Y así como la flor, todo en este mundo nos enseña como vivir sin tener que recurrir a la mente que busca ganar ya que cuando todo es el vacío el vacío es todo a la vez. O con otras palabras, cuando no hay nada que sea santo absolutamente todo es santo a la vez.
Así nos encontramos con la mente ausente de rechazo y apego y dejamos el dualismo atrás que nos impide ver las cosas más allá de nuestro horizonte personal.

Percibimos que nuestra existencia depende de todo a nuestro alrededor y tal vez descubramos así que la educación que aspirábamos alcanzar, a pesar de todas las dificultades que percibimos muchas veces cuando dirigimos nuestra atención exclusivamente al exterior, ya está aquí. En este mismo lugar. Pues descubrimos que sin haberlo esperado ya nos encontramos en pleno proceso de transformación. Un proceso en el cual toda palabra, todo concepto deja de ser un impedimento para crecer, ya que pierde su marco que le limitaba y le ponía en contradicción con otros conceptos más. Así incluso las palabras vuelven a renacer. Esta vez dentro de un contexto en el cual toda palabra se redefine en todo instante de nuevo porque esta exclusivamente ligada a la más inmediata realidad. Al aquí y ahora que la mente que clasifica y conceptualiza jamás llegará a alcanzar.

Y porque la mente que clasifica jamás llegará a alcanzar la realidad, el primer paso a seguir cuando hablamos de la educación en relación al karma y al Zen es ser vigilantes en cuanto a nuestro propio interior. Impidiendo que la hierba mala nos domine comprendiendo las características de la actividad mental. La vigilancia entendida como la atención plena de la mente que va ligada al equilibrio de la postura de zazen. Una atención que como está enfocada exclusivamente en este instante nos enseña que sacar de contexto una enseñanza para utilizarla y aplicarla de acuerdo a nuestro interés personal puede significar un venero para la mente de todo quien aspira emanciparse y alcanzar la verdad. Un veneno que siempre se nutre del miedo y que por ello siempre emplea el control y la manipulación.

Por otra parte así como comentábamos anteriormente el camino que cada uno de nosotros escoge o toma es siempre solo una condición circunstancial. La pregunta que surge nuevamente es ¿por que solo una condición circunstancial? Tal vez porque aunque la mala hierba domine en nuestro interior, si aprendemos a vivir con ella es justamente esta lo que nos acerca y nuestra propia liberación. Ese mismo veneno que podemos observar cuando ponemos la atención plena o el Mindfulness en contradicción con la concentración. Pues la concentración en el Budismo, Sati en Sanscrito o Zanjo en Japonés, no es una concentración enfocada en algún concepto en concreto ni tampoco una fuga hacia un mundo mejor. Una confusión que explica muchas confusiones más. Confusiones como aquella cuando pensamos que cultivar la paz significa evadir el conflicto y la rabia para que se establezca la tranquilidad, cuando pensamos que este instante es un lapso de tiempo que se deja restringir o cuando juzgamos sin considerar que todo en el mundo exterior correlaciona con nuestro interior.

De esta manera podemos observar que tal vez uno de los puntos mas importantes en nuestra práctica sea aprender a ligar con todo lo que surge en nuestra conciencia sin discriminación. O con otras palabras y visto desde el silencio, aprender a hacer del veneno una medicina que nos lleva más allá de la dualidad. Tal vez descubramos así que incluso respetar los preceptos budistas no significa no enfadarse o no reaccionar ante una agresión. Tampoco se trata de ver el mal dentro de nosotros que no queremos ver pero que se expresa con la rabia cuando actuamos desde el impulso. Incluso tal vez nos demos cuenta que aprender a hacerse uno con los fenómenos como cuando hacemos de un veneno un don, es más bien es un paso hacia nuestra propia emancipación. Un paso de autonomía en cuanto al miedo y la rabia o con otras palabras una oportunidad para crecer. Pues solo a través de este aprendizaje es como podemos comenzar a comprender que ante nuestro Karma si hay elección. Cuando vivenciamos con cuerpo y mente el hecho que la rabia puede ser un veneno pero una medicina también. Es de esta manera como la dificultad se convierte en gratitud. Viviendo el hecho que en todo instante, surja lo que surja, toda acción es naturalmente justa si está en sintonía con nuestro verdadero ser.

De manera natural nos volvemos a encontrar con aquello que significa proteger el Dharma y a nosotros mismos viviendo en la verdad. Nos encontramos con que la el punto de partida para ver y ser nuestra naturaleza original es Zazen. Descubrimos que la atención plena de la mente es un punto importante pero que aun así a partir de ahí la práctica no hace más que comenzar. Recién cuando soltamos cualquier expectativa a que se nos aplauda desde el exterior, comenzamos a comprender que la verdadera autonomía no significa “yo” sino que “yo y todos los demás”. Una comprensión que nos permite ir más allá de nuestro karma personal para comprender que absolutamente todos los fenómenos expresan la verdad.
Así nos encontramos que en realidad la posibilidad de despertar a nuestro Karma nace de la misma postura con la cual Buda Shakyamuni experimento la unidad. La postura a través de la cual Shakyamuni se convirtió en aquel Buda que en su compasión y a través de todas las generaciones de ancestros hasta hoy nos hace posible llegar a comprender la naturaleza del sufrimiento e ir más allá.

La gratitud se manifiesta en nosotros y esperamos que nos acompañe hasta el fin de nuestros días pues indica esta de alguna manera que estamos apreciando aquello que se nos ha heredado y que nos une a todos y todas las cosas sin distinción.

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