LIBERTAD


El oceano no conoce ni fronteras ni tiempo

¿Porque mantenemos tantas ideas diferentes sobre lo que es la libertad? Tal vez porque en nuestra cultura todo Ismo mantiene una idea fija o por lo menos una propuesta sobre lo que la libertad debería ser.

En nuestra cultura podemos observar que la historia de la palabra libertad es tan antigua como la historia de occidente. Mientras que para los antiguos griegos y romanos la libertad no era un bien que se le concedía a todos, si no que un privilegio para los estudiosos y la clase alta, la comprensión actual que tenemos sobre la libertad se vino estableciendo en los tiempos de la ilustración. Kant por ejemplo diferenciaba entre una libertad negativa y una libertad positiva. Como libertad negativa entendiéndose la libertad de algo como por ejemplo la libertad en cuanto a la opresión. Y como libertad positiva entendiéndose la libertad hacia algo, como por ejemplo la libertad que consiguen los individuos de una comunidad al esforzarse por un objetivo común. Un buen ejemplo en este sentido es la revolución francesa que ponía la libertad en primer lugar cuando proclamaba: libertad, igualdad, fraternidad.

Otras definiciones mas contemporáneas hablan de la libertad individual y diferencian entre la libertad interior y la libertad exterior. Mientras que bajo libertad exterior por lo general se entienda la libertad de expresión del individuo, la libertad interior es comprendida como un proceso en el cual el ser humano gana soberenidad sobre si mismo. Ganar soberenidad sobre si mismo significa en este contexto un estado en el cual el ser humano utiliza sus posibilidades para liberarse de sus condicionamientos como por ejemplo sus impulsos, sus expectativas, sus costumbres, sus convicciones de moral, sus patrones de comportamiento.

Sea como sea, libertad interior o libertad exterior, libertad hacia algo o libertad de algo, buscar la libertad en nuestra sociedad equivale a la búsqueda de un estado en el cual se puede vivir una vida independiente y autodeterminada. En si un ideal muy respetable y que todo individuo en nuestra sociedad firmaría, pero al cual en el Budismo al ser una práctica de unidad se le añade un elemento mas. Este elemento seria el de la no-separación. En nuestra práctica, cuando alguien se libera, en realidad todos los seres se liberan. O con otras palabras: no es posible liberarse verdaderamente sin que todos los otros seres no se hayan liberado también.

Muchos de nosotros cuando comienzan a practicar, lo hacen porque sufren. O sea que el punto de partida para muchos de los que practicamos el Budismo es el de liberarse del propio sufrimiento o liberarse del propio Karma. Algo que hasta cierto punto es posible, pero si seguimos la enseñanza del Buda comenzamos a comprender que lo que significa la liberación es mucho mas de lo que imaginábamos, que es mucho mas que un concepto que se refiera solo a nuestra persona porque comprende a todos los seres a la vez. Quizás sea este el punto en el cual muchos de nosotros se deciden a tomar los votos de Bodhisattva, central figura del Budismo Mahayana. Los votos de Bodhisattva dicen:

Por numerosos que sean los seres, hago votos de salvarlos a todos.
Por numerosas que sean las ilusiones, hago votos por vencerlas a todas.
Por numerosos que sean los Dharmas, hago votos de obtenerlos a todos.
Por perfecta que sea la Vía del Buda, hago el voto de realizarla.

Tomando los votos, como Bodhisattvas nos preguntamos ¿cómo salvar a todos los seres? ¿Cómo vencer todas las ilusiones? ¿Cómo obtener todos los Dharmas? ¿Cómo realizar la Vía del Buda?. Y nos damos cuenta que un cierto nivel de realización es necesario, y llegamos así a otra cara de la no-separación: solo puedo liberar a todos los seres si me libero a mi mismo.

Llegando a este punto nos damos cuenta que la práctica de atención es una necesidad. Practicamos la realidad de la no-separación tanto para los demás como para nosotros y practicamos en todos nuestros actos con la misma atención como si nos bañasemos en las aguas heladas y saladas del océano. Nos hacemos uno con sus aguas, nos sumergimos en ellas y tal vez comprendamos en aquel instante que el océano no conoce ni fronteras ni tiempo. Es entonces cuando comprendemos algo que verdaderamente nos sorprende: en todo lugar y desde hace todos los tiempos – siempre hemos sido libres.

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