LAS PIEDRAS


Hojas que caen,

Sobre un mar de piedras.

¿Será el viento?

Se dice que las piedras son de las cosas más comunes que hay sobre la tierra. Se sabe prácticamente todo sobre ellas. Se sabe que hay piedras de todas las impensables formas, lisas o porosas, chicas, medianas y muy grandes, que hay piedras redondas y que hasta hay piedras rectangulares. Sabemos también que hay piedras de todos los diferentes materiales y de todos los múltiples colores. Que hay piedras blancas, como las hay también negras, marrones, grises o hasta rojas. Sabemos que hay piedras que existen sobre la tierra como las hay también submarinas y que yacen solo debajo del agua. Sabemos prácticamente todo sobre las piedras, sabemos que son tierra, que son fuego, que son aire y que también son agua. Aun así, aunque las piedras sean lo más común que existe sobre la tierra no somos conocedores de su gran misterio. No entendemos que son ellas fieles guías en este confuso laberinto. No escuchamos sus palabras lejanas, pero a la vez cercanas. No sabemos que ellas, las piedras, en realidad también hablan.

Algunas veces me pregunto cuando hemos perdido la facultad de escuchar el hablar de las piedras ¿Será cuándo empezamos a dividirnos entre ovejas y leones? O ¿cuándo será cuando comenzamos a acudir a nuestras creencias para justificar la división entre esclavos y señores? No lo sé. Lo que si se es que las piedras aun cuentan sobre el castigo, el dolor y las lagrimas derramadas por el hombre en nombre de las más nobles intenciones. Para ellas la sangre todavía no está enterrada pues frescas siguen aun las heridas de los sometidos. Los oprimidos no solo por creer, pensar o ser de origen diferente, sino que también en nombre de la insaciable avaricia del hombre que al no haber descubierto su verdadera naturaleza siempre aspira por más tierra, por más plata, por más oro o simplemente por más prestigio. 

Otras veces me pregunto si hemos perdido la facultad de escuchar lo que dicen las piedras cuando hemos comenzado a ver en ellas nada más que eslabones. Cuando sacándolas de su contexto natural, de la tierra, el agua, el aire y el fuego, hemos comenzado a reducirles a sus ingredientes químicos y materiales. Si, la química tiene la facultad de llegar a la esencia material de los minerales, tiene los instrumentos para alcanzar su origen que radica en la constante migración que existe entre los elementos, tiene el poder de resumir y explicar la verdad que no existe una sola piedra que sea exactamente igual a la otra en este mundo. Aun así ¿qué sería de las piedras sin el frescor del agua que molda su forma? ¿Qué seria de ellas sin el viento que a todas por igual las toca sin distinguirlas por sus diferencias? ¿Qué sería de ellas sin las hojas, que con suavidad contrastan con su firmeza?

 Se dice de las piedras que son de las cosas más comunes que hay sobre la tierra. Se sabe prácticamente todo sobre ellas, pero aun así todavía no nos hemos enterado de que ellas también hablan. Que constantemente se están comentando entre ellas hasta los más profundos misterios. Cuentos sobre la esencia del tiempo y de la historia. No solo sobre las victorias, las derrotas o las traiciones secretas del pasado, dicen además que la historia en realidad se escribe en todo instante de nuevo. Algo que vale incluso también para el mismísimo futuro. Pues el porvenir, según ellas, tampoco está separado del instante presente.  Aun así, no se si podría decir que es historia de lo que hablan las piedras. Tampoco podría decir si es prosa, poesía o cualquier otra forma de expresión literaria, pues su lenguaje es más bien pobre y no muy sofisticado. Y es que en realidad si les escuchamos con atención, en todo lo que las piedras dicen ellas siempre están repitiendo: la forma es la esencia, la esencia es la forma. Una y otra vez vienen susurrando este mensaje que para nosotros seres humanos puede contener una profunda enseñanza. Un aviso que tiene el poder de guiarnos hacia un mundo más justo y compasivo dándonos a comprender incluso lo que distingue la verdad de una teoría conspirativa pues lo que dicen las piedras no significa otra cosa que: lo espiritual es lo material, lo material es lo espiritual. ¿Desde cuando vienen repitiendo esta enseñanza las piedras? No estoy seguro, pero cuentan los sabios que las escuchan que hace más de 2600 años. Desde aquel 8 de diciembre en el que Buda Shakyamuni al despertar a su verdadera naturaleza, anunció al mundo que con el también todos los bosques, todos los ríos, todas las montañas y las todas las piedras, simultáneamente con el, también habían despertado. 

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