IDEALES

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El horizonte,
A solo un suspiro.
¡Ya está aquí!

Como las aguas serenas reflejan la luna nocturna en toda su perfecta imperfección, de la misma forma refleja nuestra manera de vivir nuestro ideal. En un mundo entre el sueño y la realidad, nos orientamos hacia el horizonte aspirando por un momento mejor. Añoramos todo aquello que nos enseñó a caminar. Lo que nos trajo hasta aquí. O quizás apreciamos este instante como lo único que somos de verdad.

En el Zen el Ideal puede tener varios nombres. Puede llamársele sabiduría, compasión, libertad, paz, amor o incluso acción. Si nuestro ideal es la paz trabajamos, luchamos, ayudamos nos esforzamos para que se establezca la paz. Unos en el exterior. Otros en el interior. Confiando en que si las cosas cambian en el interior también cambiaran en el exterior. Fiel reflejo no solo de la luna y su perfección sino que también del colorido jardín de la diversidad.

Aun así, sea cual sea el ideal por el cual aspiramos, sea cual sea la orientación que hemos decidido tomar hay un punto sobre el cual es importante no errar. El punto exacto que en el Zen distingue el nihilismo del budismo. El punto que nos indica que hay una gran diferencia entre un ideal y el apego a un ideal. O con otras palabras, no perseguir un Ideal concreto no tiene porque significar un impedimento a la hora de decidir que rumbo tomar. No tiene porque ser absento de sentido. No tiene porque carecer de valor. Al contrario. Pues no es lo absurdo lo que encontramos al soltar cualquier ideal, es el movimiento en sintonía con el ritmo universal. En este sentido, que raro resulta creer que si soltamos nuestro ideal caeremos en un abismo espiritual. ¿Será sufrimiento, será ignorancia, será solo un habito más?

Puede ser a causa de la palabra que siempre está por detrás de la verdad. Puede ser debido a la educación que distraída siempre está aspirando por un momento mejor. Pero también puede ser que no sea mas que un habito mental. El habito de identificar los fenómenos mediante de las cosas alrededor, el habito de poner las cosas en oposición. El habito que hace de todo lo que difiere de nuestro ideal lo veamos como un impedimento para alcanzar justamente nuestro ideal. Resulta casi irreal. Y es que sería tan fácil dar un paso mas allá. Bastaría con tan solo dejar las cosas ahí donde están.

Lo que podemos observar a través de la paz. Distinguimos entre la paz y la no paz y es como tirar una piedra en el espejo de la serenidad. La Paz que distingue entre al paz y la no paz no es paz. Es un freno. Un freno al cambio. Es un freno en cuanto a la injusticia. Un freno que nos impide experimentar la paz que va más allá de nuestro ideal personal.

Creamos lo que creamos, los derechos humanos son de todos. Esto lo asegura la carta de las naciones unidas. Independiente de la procedencia étnica, el sexo o religión. Muchos lucharon y dejaron la vida para que estos derechos humanos existan hoy como lo que son. Pasó la inquisición, pasó la conquista, pasó la revolución francesa, pasaron 2 guerras mundiales, pasó el totalitarismo, pasó la dictadura militar. Y aun así, que rápido solemos olvidar lo valiosos que son estos principios de convivencia humana. Que rápido estamos dispuestos a atropellar toda esta herencia cultural. Pues la alineación, sea de la forma que sea, religiosa, política, social no es otra cosa que un atropello de todos los logros que ha alcanzado la sociedad de hoy. E incluso podemos ir más allá. Incluso podemos ser mas claros aun y decir que cualquier forma de alineación es un delito directo contra los derechos humanos y contra toda sociedad que aspira por una convivencia en paz. Así, sea quien sea y sea por la razón que sea, quien adopta métodos de alineación, por sutiles que en realidad esta entrediciendo la democracia y su constitución.

Este es un punto que debemos tener claro tanto en la convivencia social como también en toda practica religiosa. Más aun considerando que la practica religiosa, para bien o para mal, se refleja también en la vida social. Algo que se puede observar con claridad en fenómenos sociales como lo es el bullying. Un fenómeno que encontramos hoy en día en colegios, en el trabajo o en todos los otros ámbitos de la convivencia social y que no casualmente conlleva similares patrones de conducta a los de la alineación religiosa. Una mala herencia que nos exige asumir la responsabilidad también en todo trabajo espiritual. Informando, educando, integrando los derechos humanos y las leyes también en el mundo espiritual. De lo contrario ¿qué sería de nuestra práctica si no estuviese relacionada a nuestra más inmediata realidad? Sería un modo de entretenimiento más. Una telenovela sin fin. Una especie de amnesia colectiva. Una práctica carente de la facultad de hacer del veneno una medicina del despertar.

En la práctica del Zen, todas las enseñanzas están relacionadas a la postura de Zazen. Y esta postura es lo que nos revela que es lo que significa su verticalidad. Esta significa todo menos conformismo y bienestar en un mundo mejor. No implica posponer la justicia para un momento mejor sino que sobretodo tomar responsabilidad por si mismo y de esta manera con todo nuestro alrededor. Significa implicarse en la corriente de causa y condición.

El Ideal en el Budismo puede tener varios nombres. Puede ser llamado sabiduría, puede ser nombrado compasión, puede ser comparado con la libertad, con la paz, con el amor o incluso la acción. Pero el ideal mas alto es el que esta más allá de cualquier nombre y de cualquier comparación. Es el aquí y ahora, nuestra mas inmediata realidad.

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