HISTORIAS ZEN – ZEN GESCHICHTEN

René Descartes comienza su reflexión filosófica con el dicho “Cogito ergo sum” – pienso así que soy. También para los filósofos alemanes como Kant y Hegel, la existencia de un espíritu suponía la base de su reflexión filosófica. Pero en el Budismo, cuando hablamos de espíritu, nos referimos a algo que sobrepasa la dimensión del pensar o de la conciencia, porque el espíritu comprende el universo entero.

El Dharma de Buda es una Filosofía del aquí y ahora, que pone en el centro el comportamiento o la acción. En la acción existe el espíritu y este no es independiente al mundo material, porque todo existe en todo instante en el punto de encuentro entre el espíritu y todas las cosas. Por esta razón no es posible atrapar o comprender el espíritu de manera intelectual porque no es un objeto si no que la unión entre sujeto y objeto. Por esta razón para realizar la unidad, para comprender verdaderamente que el espíritu de aquí y ahora es buda es imprescindible soltar todas las categorías y la práctica de zazen es indispensable. Al respecto del espiritú de aquí y ahora, en la obra de teatro «Zen Geschichten – Historias Zen», Michel Bovay contaba una antigua historia:

Tokusan era oriundo del norte de China. Erudito famoso se le conocia por sus comentarios del Kongo kyo, “Sutra del diamante”. En este texto se dice que hace falta un tiempo infinito para alcanzar el estado de buda. Cuando Tokusan oyó hablar de la escuela del Sur que afirmaba: “El espíritu en si mismo es buda” copio sus comentarios y se puso en camino hacia el sur, decidido a confrontar su saber con lo que el consideraba un conocimiento erróneo.
En el camino se encontró con una vendedora de pasteles de arroz. Cuando quiso comprar uno, la mujer, intrigada le preguntó:

-¿Qué lleva usted encima del hombro?
– Son los comentarios del Kongo kyo pero esto para usted no significa nada
– Soy ignorante pero curiosa. ¿No es en ese precioso texto en el que se dice que el espíritu del pasado, del presente y del futuro es inaprensible? Así que ¿con que espíritu quiere usted comer mis pasteles?

Tokusan, estupefacto, no supo que contestar y la mujer le aconsejo ir a ver al Maestro Ryutan, Dragón del Lago. Convertido en discípulo de Ryutan, Tokusan practicaba zazen y samu día tras día aplicadamente. Pero como no podía comprender su enseñaza un dia exasperado y harto, gritó:

“He oído decir que Ryutan era el gran dragón del lago. ¡Pero en el lago no veo ningún dragón!”
Entonces el Maestro Ryutan se reunió con Tokusan hasta altas horas de la noche. Cansado de la discusión, el maestro le despidió. Fuera la oscuridad era total y Ryutan fue a buscar una antorcha. En el momento justo en que se la tendía a Tokusan, soplo sobre la llama. Justo en aquel instante Tokusan obtuvo el satori.

Ryutan soplo la llama de la mente, de las categorías y del saber. Una vez apagada la llama, todo formó un solo espíritu, sin separación, sin discriminación. El objeto desaparece y todo forma una única verdad. Al día siguiente Tokusan quemó todos sus comentarios diciendo: “Incluso si se dominan las doctrinas profundas, es solo como si se coloca un pelo en el espacio infinito. Incluso si se ha agotado el saber esencial del mundo, es solo como si se deja caer una gota en un abismo infinito”. Dicho esto se inclinó y se marchó.

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