GENZO-E


¿Quien decide que es mejor?

El San Francisco Zen Center ofrece este año su tradicional retiro Genzo-e.
Un retiro de estudio y de meditación que esta diseñado para permitir una investigación profunda de las enseñanzas de Dogen Zenji.

Se trata de un retiro de una semana dirigida por Shohaku Okumura Roshi, uno de los profesores más destacados en cuanto a la filosofía y practica del maestro Dogen. El texto de estudio de este año será el «Yuibutsuyobutsu» («Solo un Buda con un Buda“).

Para obtener más información ver aquí.

En el budismo Mahayana, el enfoque que se le da al sufrimiento y al apego dependen de la experiencia de la vacuidad. „La vacuidad es la forma. La forma es vacuidad“ dice el Maka Hannya Haramita Shingyo y con ello indica que Samsara y Nirvana no pueden ser vistos separados uno del otro. Lo único que separa el Samsara del Nirvana es la no aceptación que lo que llamamos „yo“ no es una entidad fija, sino que algo que se encuentra en permanente cambio y relacionado a todas las existencias. Así, cuando todas las existencias son el „Yo“ aquello a lo que llamamos „Yo“ tal vez pueda ser llamado Buda.

La siguiente historia cuenta sobre las diferentes maneras de enfocar el „Yo“:

EL LIBRE ALBEDRÍO

El otro día, hablando con una amiga sobre nuestros dilemas del corazón, ella me dijo que la emoción para ella era como una escalera. Una escalera que sube hasta que vuelve a bajar y que baja hasta que vuelve a subir. Una escalera que cuando baja nos causa desengaño y malestar y que cuando sube nos provoca satisfacción y nos hace feliz. Acertada manera para describir Samsara, respondí yo. Y es que también en Samsara, aquel circulo que comprende los seis reinos del renacimiento, pasamos de un estado al otro en un continuo movimiento, desde el mundo de los Gaki que viven una vida de eterna insatisfacción hasta el mundo de los Deva que gozan de felicidad pero que viven en una letargia sentimental.
Hablando de este ciclo de la emoción, me contó esta amiga con la que suelo practicar, que el otro día escuchó un debate por la radio, donde neurólogos y psicólogos discutían acaso la higiene mental seria la nueva religión. Ella tenia la impresión que los científicos al dudar de la existencia del mundo invisible, se cuestionaban en que basarían la felicidad, el éxito y el amor. Y me relataba mi amiga, que como se trataba de ciencia, las conclusiones tenían que ser sino representativas por lo menos comprobables, así que decidieron los expertos realizar un experimento. Un ensayo, al cual ellos le llamaban “la escalera de la emoción”. El fin de este experimento era comprobar si existe la voluntad individual en cuanto a los sentimientos y la emoción y para comprobar si era así los científicos se preguntaban ¿de donde viene la decisión, cuando tenemos que escoger entre una escalera eléctrica y una escalera sin tracción? o ¿Si optamos por tomar la escalera sin tracción ¿será esta una decisión que depende de nuestra voluntad individual?
Me contó mi amiga, que los expertos estaban bastante divididos en cuanto a su opinión. Por una parte opinaban algunos neurólogos que el libre albedrío no es mas que una ilusión – aunque una ilusión muy practica. Estos científicos argumentaban que las emociones se crean a través de experiencias hechas en el pasado y de las cuales el individuo se recuerda y las interpreta, justamente en el instante en el cual se manifiesta la emoción. En este caso la conclusión era que la voluntad individual en realidad no existe y si existiese, seria solo en casos en cuales no existe la emoción.
Y por otra parte, seguía mi amiga, estaban los expertos que decían que cuando tomamos la decisión por tomar la escalera sin tracción, nos decidimos contra el automatismo que implica reaccionar de acuerdo a una experiencia hecha en el pasado. Ósea que decidirse contra el automatismo grabado en nuestra conciencia y que nos dice que es mas confortable tomar la escalera eléctrica que aquella sin tracción, demuestra justamente que existe la libre elección.
En fin, tanto a mi amiga como a mi los argumentos del debate no nos dejaban de sorprender. Y es que se debatía y se llegaba a conclusiones diferentes, mientras se movían dentro de uno y el mismo proceso mental. De una manera u otra, creíamos con mi amiga poder observar justamente el proceso de la creación del Yo. Y es que todo el debate demostraba claramente que es cuando sujetamos las cosas con nuestros pensamientos sosteniendo que la realidad es aquello que pensamos que es, es lo que nos hace creer que existe una identidad con una voluntad independiente y fija. Según Buda, la verdadera causa del sufrimiento, dijo mi amiga.
Después de hablar tanto, decidimos prepararnos un te. Después de tantas palabras, que bien hace abandonar el pensamiento y simplemente disfrutar de nuestra mutua presencia. Es como andar juntos y pasear descalzos por la orilla del mar, pensé yo. Es como sentarse frente al mar, y acompañar las olas cuando vienen y cuando van. Una sensación que hizo que no pudiese contenerme de preguntarle una vez mas a mi amiga: ¿Si Samsara es un carrusel de emoción, se opone el Nirvana entonces a la emoción? Por lo general siempre pensamos que el Nirvana debe ser un estado de conciencia especial donde la emoción, la tristeza, la pena o el esfuerzo no influye en el. Solemos pensar que el Nirvana es un estado en el que así como dejamos atrás emoción, dejamos atrás el apego y el sufrimiento, añadí yo.
Después de unos instantes de silencio, ella respondió: Tal vez sea el Nirvana la practica misma, ósea que aquello que nos hace despertar del mundo intelectual al hecho que no existe un yo separado a todas las cosas y seres. Imagínate: en tal caso el Nirvana no seria un estado nada sagrado ni nada especial sino que solo un ver las cosas tal y como son. El Nirvana seria entonces un estado en el cual la tristeza y el dolor existen tanto como la alegría y la felicidad. En tal caso el Nirvana no seria otra cosa que una manera de vivir. Una forma de vivir sin apego ¿Que opinas? Preguntó ella.
Bueno, eso significaría que si nos encontramos ante la elección de escoger la escalera con o sin tracción, escogemos de acuerdo a las circunstancias de manera natural, dije yo. Sin perseguir ningún objetivo ni obedeciendo a ninguna experiencia del pasado, manteniendo una actitud completamente abierta hacia el instante, sincronizándose así naturalmente sin tener que apelar a la discriminación. Suena bien dije yo. ¿De donde viene entonces nuestro afán por complicar lo que no conoce dificultad? Preguntó ella. Tal vez solo porque no aceptamos que lo que llamamos ”yo” en realidad esta relacionado con todo a su alrededor, concluí yo.
Tras estas palabras, nos miramos a los ojos y sabía que estábamos de acuerdo que era el momento de disfrutar de nuestro té.

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