EL YO

SONY DSC
Al dejar de menospreciar reconoceras que todas las cosas en el universo no son otra cosa que el Yo

Aprender a callar cuando se tiene que callar y hablar cuando se tiene que hablar es tal vez la esencia de la práctica del Zen. Pues a travez de la práctica de Zazen aprendemos que el silencio no es mudo asi como la palabra tampoco tiene porque oponerse a la unidad. Y es que cuando callamos por que así lo requiere el instante, todo lo que existe es el silencio y este expresa la unidad. Y por otra parte cuando hablamos porque la situacion así nos lo pide, expresamos nuestra opinion y esta de manera natural esta en sintonía con la diversidad.

Aun así, muchas veces tenemos la sensacion que en la vida cotidiana la sintionia entre lo interno y lo exterior es algo que es imposible de establecer. Nos vemos expuestos a escoger, a posicionarnos entre el bien y el mal y damos de esta manera pasos adelante y pasos atrás. Vemos por ejemplo en las noticias la gente que huye a la pobreza o a la persecusion dejando atrás sus seres queridos, que sufren el destierro en búsqueda de una vida mejor. Vemos que son tantos, que tantos mueren en el intento y sabemos que en realidad estamos hablando de un problema que no tiene solución tomando en cuenta el orden actual. Quizas algunos de nosotros se decidan a ayudar, tal vez otros simplemente ignoren el dilema porque piensan que si todo está bien en el interior todo lo esta también en el exterior ¿pero verdaderamente lo está? Así nos cuestionamos a nosotros mismos y algunas veces tenemos la sensacion que en vez de ir para adelante damos pasos atrás. Sentimos que un abismo se abre entre el cielo y la tierra y no hay forma como encontrar una solucion. Seguimos practicando muchas veces incluso sin saber porque, y con el tiempo de a poco comenzamos a desarrollar aquella confianza que nos dice que cuando nos dirijimos hacia la unidad todo paso que damos en realidad es un paso que nos ayuda a crecer, a despertar.

El Fukanzazengi del maestro Dogen continua de la siguiente manera:

“Imaginad a quien se pavonea de comprender y se hace ilusiones de su propio despertar, entreviendo la sabiduría que penetra todas las cosas, une la Vía y clarifica el Espíritu y hace nacer el deseo de escalar el cielo mismo. Esta persona ha emprendido la exploración inicial ilimitada de las zonas frontales pero está todavía de forma insuficiente sobre la Via vital de la emancipación absoluta”.

En el curso de la práctica todo quien se dedica al zen y especialmente en aquellos que creemos haber comprendido algo, aparecen instantes en los cuales nos decimos: Yo sé lo que es el Zen. Yo sé que tanto la libertad como la ansiedad por la libertad son solo condiciones de la mente. Yo sé que soy libre, que he nacido libre, que lo soy ahora y que siempre lo seré. Y a partir de ahí desarrollamos una especie de fe, que nos fortalece y nos prepara para dar el siguiente paso y frecuentemente este consiste en estar dispuestos a luchar por la libertad. Y de esta forma hacemos sin darnos cuenta de la paz, de la libertad o del amor una lucha. Y si hay que luchar pues hay que ganar. Así sin ir más allá nos volvemos a preguntar ¿y que ocurre con los demás? ¿existe la paz en el interior si no la existe en el exterior? O ¿puede ser aquello paz si para lograrlo hay que luchar?. De esta manera el sufrimiento nos vuelve a alcanzar y eso que la verdad se encuentra directamente debajo de nuestros pies. Y se lo podemos preguntar a cualquier emigrante que ha tenido que abandonar lo que más quiere buscando una vida mejor que significa la palabra libertad. Tal vez nos responda sin dudar ni un instante: una vida digna y sin temor. Decimos comprender estás palabras, pero no comprendemos que probablemente sea nuestro propio bienestar lo que obliga a un emigrante a abandonar su país natal. No hablamos de una deuda colonial sino que de lo que vemos actualmente incluso en los proyectos de alimento local “local food” que para proteger el medio ambiente apelan a comprar el alimento regional. ¿Porque que significa para los paises que muchas veces solo sobreviven gracias a monoculturas si la demanda disminuye? Que triste es ver entonces como preferimos cerrar los ojos ante la verdad. Protegemos nuestros mercados y a la vez condenamos a quienes buscan una vida en dignidad. Cerramos fronteras, construimos diques y argumentamos que la compasión no es lo mismo que la debilidad y todo esto lo argumentamos con nuestra identidad cultural sabiendo que todos somos hijos de emigrantes tambien. ¿Pero tiene que ser todo esto así? Nuevamente nos encontramos con la enseñanza que nos dice: no puede haber paz en el interior si no la hay en el exterior y no puede haber paz en el exterior si no la hay en el interior.

Una enseñanza que nos demuestra a la vez que siempre que pensamos que hemos comprendido algo, más lejanos nos encontramos de la verdad. ¿Pues como puede ser comprendido el sufrimiento si la realidad cambia en todo instante y si en realidad no hay nada que comprender? Muchas veces escuchamos enseñanzas o verdades y creemos haberlas comprendido, escuchamos o leemos frases como la del Genjo Koan que dice:

El ser experimentado por los innumerables Dharmas es dejar caer nuestro propio cuerpo-y-mente y el cuerpo y mente del mundo entero.

De ahí sacamos tal vez la conclusión que al estudiar el Yo aprendemos a conocer el Yo y que al conocer el yo conocemos el cuerpo y la mente del mundo entero. Por eso una vez más: ¿es verdaderamente posible conocer que es el Yo? Pues tal vez sea el Yo algo que se define de instante a instante – sin comienzo y sin fin.

Marcar el Enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *