COLECCIÓN DE KOAN DEL MAESTRO DOGEN – ONCE


Cuando hacemos zazen, hacemos zazen. Cuando comemos, comemos. Cuando trabajamos, trabajamos. Cuando dormimos, dormimos.

El maestro Jushu Jushin platicaba hacia una gran asamblea:

– Si se en nuestra conciencia se mantiene aun la mas minima huella sobre el bien o el mal, perdemos el espíritu de Buda por completo. ¿Quién podría decir algo al respecto?

Un monje fue adelante y le dio un golpe al Jisha (el asistente personal del maestro) diciendo.
¿Por qué no le respondes al maestro?

El maestro volvió inmediatamente a su despacho. A posterior el Jisha le pidió al maestro una explicación:
– ¿Comprendió el monje que recién me golpeo, lo que querías decir?

Joshu Jushin dijo:
– La persona que estaba sentada podía ver a la persona que estaba parada y la persona que estaba parada podía ver a la persona que estaba sentada.

Comentario

El maestro Joshu dijo, aun la más minima huella de conciencia sobre el bien y el mal deteriora nuestra estabilidad interior. Es nuestro espíritu, el que diferencia entre bien y mal. La capacidad de compartir, de diferenciar y de analizar hace una gran parte de nuestra vida cotidiana, pero la realidad no se deja de esta manera atrapar. El espíritu de Buda es un estado en el cual experimentamos la realidad de manera concreta por lo cual sobrepasa cualquier diferenciación. Una imaginación como tal conlleva frecuentemente a conclusiones erróneas y las personas crean una imagen extraña de aquello sobre lo que es una persona que vive en semejante condición.

La diferencia entre un bebe y un Buda tal vez lo puede ilustrar. Se puede decir, que ambos están libres de imágenes abstractas tal como lo son lo erróneo y lo correcto. Obviamente esto en el bebe se explica porque aun no ha desarrollado completamente el espíritu que discrimina. Un Buda al contrario a reconocido que es imprescindible no solo saber que es lo correcto y que lo erróneo, sino que mas bien hacer lo acertado y no hacer lo erróneo.

La persona que percibe la verdad y que vive en la misma condición que un Buda, hace lo correcto desde lo mas profundo de su ser. No porque siga una lista de virtudes que están escrita en un libro, sino que simplemente al seguir la ley del universo.

El maestro Joshu preguntó si alguien puede decir algo sobre la atención que sobrepasa lo correcto y lo erróneo. Dado que el idioma en si tiene la característica de crear diferenciaciones, parece como si el maestro le hubiese puesto a sus discípulos una tarea imposible de solucionar.

¿Entonces como puede ser superada esta contradicción? En esta historia decide uno de los monjes, dar la respuesta a través de un hecho. Por lo otra parte el otro joven monje, el asistente personal del maestro, todavía no tenia su camino basado en la realidad y era incapaz de afrontar el reto del maestro. Por eso el otro monje completó la pregunta abstracta del maestro de la segunda perspectiva (material) con ayuda de un par de golpes concretos.

La actitud del monje era una respuesta directa a la pregunta del maestro Joshu, una demostración concreta de su espíritu, que sin diferenciar, actúa de manera correcta de acuerdo a las necesidades que exige la situación real.

En la tercera fase del Koan quería saber el Jisha, que es lo que pensaba el maestro de verdad sobre el comportamiento de aquel monje que le había golpeado. Su pregunta fue honesta; surgía de su vida real y no era solamente un pieza dentro de un juego filosófico.

En la respuesta del maestro Joshu se refieren las palabras “la persona que estaba sentada” a si mismo y ”la persona que estaba de pie” al otro monje. De esta manera el maestro confirmaba el maestro la comprensión de aquel monje. Se podían ver claramente y su comprensión sobre el camino de Buda era idéntica.

Según: Shinji Shobogenzo – Colección de 301 Koan de Dogen Zenji. Traducción del japonés, comentarios y explicaciones de Gudo Wafu Nishijima Roshi.

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