COCINA ZEN: ELEMENTO MADERA


Al camino original ni hay que añadirle nada, ni tampoco esta obstruido – Kosho Uchiyama

Es ser humano nace en el elemento madera. En condiciones favorables el individuo desarrollara desde su mas temprana infancia su creatividad, la espontaneidad, la tolerancia y la generosidad. Si las condiciones son desfavorables, las Influencias negativas provocaran que se desarrollen más bien la intolerancia, la inflexibilidad y la avaricia. Características negativas que siempre van combinadas con rigidez y tensiones corporales.

En las enseñanza de los cinco elementos el elemento madera esta asociado al color verde, al factor bioclimático del viento, a lo agrio y a los órganos vitales del hígado y la vesícula. Casi todos los alimentos con gusto agrio están relacionados al elemento madera. La fruta que no esta madura aun, casi siempre es verde y tiene frecuentemente un gusto agrio. La fruta madura, las ensaladas, la verdura dependiendo de su color están categorizadas en su respectivo elemento aunque el color verde que tienen antes de madurar indica que todas ellas están impregnadas por el elemento madera. También hay alimentos que tienen un gusto muy neutral pero como afectan directamente a los órganos hígado y vesícula se dice que pertenecen al elemento madera, como por ejemplo el pollo, el pato, la espelta o el trigo. Además casi todos los alimentos agrios son refrescantes lo que es bueno para los órganos correspondientes a este elemento.

En lo espiritual emocional el hígado relajado se caracteriza por la espontaneidad y la generosidad. Todo lo que crece necesita espacio, solo así consigue la madurez.
Una persona con el hígado estresado tiene poco espacio. Reacciona irritada, con cólera o rabia en contra de todos los que le quieren quitar el espacio, o hacia aquellos que se le acercan demasiado. Al expresar su rabia de manera agresiva, la persona desea conseguir el espacio que le falta en su interior o tal vez desea ocultar el sentimiento de vacío que lleva por dentro. Sentimientos que indican que no nos comprendemos a nosotros mismos. Nos identificamos con nuestros sentimientos o con la rabia y nos falta la distancia necesaria para reconocer el verdadero origen de nuestra rabia: el miedo. El miedo que surge del vacío interior que se siente cuando se cree que la propia existencia existe como entidad separada. Cuando se cree que vivimos separados de los demás y de lo que nos rodea y creemos que nuestra existencia no esta sujeta a los principios de la interdependencia y la impermanencia.

Ósea que para ser felices hay que comprenderse a si mismos. Y para comprenderse a si mismo hay que tomarse el espacio dentro de la propia vida para estudiarse a si mismo dirigiendo la vista hacia el interior y haciéndose intimo con uno mismo. Para ello es necesario crear las circunstancias adecuadas y la alimentación es una de ellas pero es necesario ir un paso más allá. Para afrontar la intolerancia y la inflexibilidad se hace imprescindible practicar con todo nuestro ser, dado que nuestra práctica esta justamente ahí donde encontramos nuestras dificultades ¿por qué donde si no en nuestras ilusiones encontrar aquello que nutre el despertar? “Yo soy yo y el mundo es lo que percibo, lo que comprendo, lo que acepto”. Es ahí donde encontramos la gran puerta de acceso a nuestro verdadero ser. ¿Por qué? Porque a través de zazen comprendemos que no es posible tener acceso a nuestro ser ilimitado sin aceptar anteriormente todas nuestras ilusiones. Porque si somos intolerantes, inflexibles o si sentimos rabia pero a la vez nos hacemos concientes de nuestras dificultades podemos despertar a nuestras ilusiones. Despertar a nuestras ilusiones significa transformar nuestras ilusiones en una fuente de sabiduría. Una sabiduría que es nómada porque al estar relacionada solo a este instante nos acompaña en todo instante y que no precisa construir casas porque nosotros mismos somos su casa. Y esta sabiduría nos enseña a cesar la lucha, nos enseña que no se trata de ser mejor que el adversario ni en ceder posiciones al adversario, sino que en primer lugar en armonizarnos con nuestra verdadera naturaleza que es el origen de todo el universo. Si cesa en nosotros la discriminación, esta cesa también fuera de nosotros. De esta manera el dualismo queda atrás y nuestra práctica se convierten en un acto de generosidad para todo el mundo, para todos los seres.

Al recitar el Sutra de la comida hay un momento donde se pone un pedazo de pan a lado del cuenco y se recita:

Jiten ki jin shu,
Go kin suji kyu,
Sui hen ji ho,
Ishi ki jin kyu.

A todos los espíritus hambrientos les ofrezco este alimento.
Que traspase todo el universo. Deseo compartirlo con vosotros.

Los espíritus hambrientos son los Gaki (Skrt. Preta. Ver más en “Samsara – los seis reinos del renacimiento: http://www.sotozen.cl/?p=1228 ) Estos son seres que jamás están satisfechos. Dice un Sutra que si uno es envidioso y mezquino uno renacerá como Gaki. Como un ser que constantemente tiene hambre. Pero hay que tener presente que en nuestra práctica mientras haya una persona insatisfecha jamás habrá paz. Por eso cuando practicamos no lo hacemos solo para nosotros sino que para todos los seres sin discriminación alguna. A eso le llamamos tomarse el espacio. Ser conscientes que toda actividad nuestra incluye todo el universo y que influye en todo el mundo en todas la direcciones.

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