EQUINOCCIO

¿Se van o vienen?

Solo se dan descanso.

Gansos silvestres.

¿Es de noche? ¿Es de día? ¿De donde viene? ¿De oriente? ¿De poniente? De pronto nos hallamos. ¿Dónde hemos estado tanto tiempo? ¿Cuántas eras nos hemos pasado quejándonos de las falsas primaveras? ¿Cuántos noches y días  asumiendo que existe una conjuración entre las montañas y la sombra? Persuadiendo así indirectamente que la mentira se convierta en una realidad opresora. Algunas veces de manera sutil y suave pero siempre con mucha determinación y perseverancia. Y es que ese es el ingrediente que transforma la claridad en opacidad, la verdad en mentira, la justicia en condena. Repetir una mentira una y otra vez de manera constante hasta que incluso la guerra se convierta en la paz. Hasta que la esclavitud se vuelva en libertad, el odio en amor y la ignorancia en sabiduría. 

Levantemos la cabeza. Ante la apropiación cultural indebida, ante la conversión de la esvástica en un símbolo de guerra, ante el abuso de  términos como el de “secta” en un contexto budista, ante la creación de asociaciones intencionadas como lo ocurre con palabras como “Illuminati” que alude a la iluminación o “Qannon” que apunta a Kannon al bodhisattva de la compasión suprema,  no basta con quedarse callados. No es suficiente con plasmar todas nuestras quejas en una carta y después quemarla. No basta con escribir después otra carta para manifestar en ella todo lo bueno que esperamos que nos acontezca para después ponerla debajo de una almohada. Y es que también es verdad que la verdad en realidad se encuentra en todas partes. Solo hay que querer verla y después movernos en dirección a ella hasta que volvamos a encontrarnos. Con nosotros mismos. Con la inmediata realidad del aquí y ahora. Con nuestra verdadera naturaleza.

Tradicionalmente en el mes de marzo se celebra el equinoccio. En el hemisferio sur el equinoccio de otoño, en el norte del planeta el de primavera. Como sea el marzo es un mes en el que por hallarse el sol sobre el ecuador, la duración del día y de la noche es la misma en toda la tierra. Se celebra así el comienzo de un nuevo ciclo. La oportunidad de reencontrarnos con la pureza. Un cometido que en nuestra práctica abordamos concretamente por medio de las seis perfecciones: La generosidad, la disciplina, la paciencia, la energía, la concentración y la sabiduría. La generosidad, aquel proceso de intercambio incodicional que nos ayuda a transcender nuestras opiniones personales para abrirnos hacia lo que la vida y nuestro medio ambiente nos están ofreciendo en realidad. La disciplina o la conducta recta que representa el esfuerzo continuo por hacer una y otra vez lo correcto en cada situacion. La paciencia que ante la omnipresencia de la actividad mental nos permite volver una y otra vez a la inmediatez de la realidad que acontece en este mismo instante.  La energía, que se refiere a la fuerza que se requiere para seguir sobre la vía en dirección hacia lo intachable, lo puro. La concentración, que se refiere al mantenerse presente en el aquí y ahora independiente a lo que nos diga la moral o el sentido de provecho. La sabiduría, que representa aquel saber que surge del equilibrio. La enseñanza que nos permite trascender tarde o temprano cualquier ilusión, cualquier mentira.  

La noche está desapareciendo, se aproxima el día y celebramos el equinoccio como una nueva oportunidad de mirarnos en el espejo donde la ilusión se mira. Concientes de que tras todas las noches la oscuridad desaparece y que tras todos los días la tarde nuevamente se pone. Cuandoe se vive de esta manera, sin especular, no hay razón para esperar que la transformación interna se manifieste también en lo externo, pues nos damos cuenta que la transformación es un proceso que siempre esta ocurriendo. Que desde el comienzo sin fin siempre a estado sucediendo y que siempre seguirá aconteciendo. Y es que es la naturaleza original misma que en todo habita. Tanto en la oscuridad. Como de día. 

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