JUSTICIA

Ojos vendados,
El peor sufrimiento.
¿Es que no lo ves?

Creo que he de comenzar nuevamente con una confesión. He sido injusto con Platón. Platón llegó a la conclusión que el cuerpo era la cárcel del alma, si. Se podría decir que este fue el punto en el cual comenzamos a dejar la empatía y la compasión atrás a la hora de evolucionar, tal vez. Se podría concluir incluso que debido a sus conclusiones vivimos hoy en una sociedad en la cual el tener define el ser, puede ser. Pero he de ser justo con este antiguo padre de la sociedad moderna. He de ser honesto con el y conmigo mismo situándolo dentro del contexto del idioma universal que no tiene comienzo ni fin. Me pregunto ¿cuanto no nos ha costado y sigue costándonos entender que absolutamente toda conclusión representa un vano intento de darle marco a algo que es imposible de enmarcar? y claramente veo que no es culpa de Platón si aun no hemos comprendido aun que en realidad no se puede dar pasos adelante solo en la forma material.

Y así como no es culpa de Platón tampoco la es ni de Sócrates, ni de Aristóteles como tampoco no es la culpa de la educación. Y es que en realidad ni es una cuestión de culpa ya que haber seguido progresando enfocados en el desarrollo material o a partir del conocimiento heredado en vez de experiencias reales en realidad se debe al dualismo que todos, independiente de nuestro origen cultural, llevamos en nuestro interior. Algo que puede ser comprobado tanto en la historia como a nivel individual. Una y otra vez. Pueblo a pueblo. Nación por nación. Persona a persona. Buscamos verdades, las encontramos y una y otra vez si no ponemos cuidado nos aferramos a ellas y sin ser conscientes de ello dejamos una parte nuestra muy valiosa atrás. La empatía, la compasión. ¿Pero porqué es tan valiosa la empatía o la compasión? Solo hemos de observar con atención y vemos con absoluta claridad que la empatía es el antídoto más eficaz que existe contra el egoísmo, el miedo, la violencia y la soledad. Miramos las cosas con la mente abierta y con empatía y es como si fuese otra nuestra realidad. Es como todo estuviese aprobándonos ¿por qué será? ¿porque percibimos selectivamente? ¿O será que cuando dejamos de oponernos todo puede volver a fluir?

Es aquí donde comienzo a darme cuenta de la magnitud de la injusticia que he cometido al inculpar a Platón. Observo con todo el cuerpo lo que significa aferrarse a algo y creo observar varias cosas a la vez. Veo con claridad que no son las conclusiones lo que se contradice con la empatía y la compasión si no que este movimiento de contracción que implica querer atrapar una verdad y aferrarse a ella. A partir de ahí comprendo que el apego y la empatía no se contradicen entre si sino que son como dos movimientos que se dirigen en diferente dirección. La compasión siendo un movimiento de apertura expandiéndose en toda dirección. El apego siendo un movimiento de contracción está más bien dirigido hacia el interior. Aun así yendo más allá creo observar que en estos dos movimientos no existe contradicción. Simplemente son movimientos diferentes dentro de uno y el mismo movimiento universal. Justamente es aquí me doy cuenta que si la empatía es un antídoto contra el egoísmo esto no es porque la empatía y el egoísmo se contradigan entre si, solo que cuando hay demasiado de algo el balance solo se reestablece volviendo a la posición original. Lo que me hace reconocer que la empatía es una característica de nuestra naturaleza original. Esta si es una conclusión importante me digo yo. Pongo cuidado en no apegarme a ella dejándola que fluya y se expanda por todo mi interior. De forma natural afecta esto mi percepción. Si, la paz, la comprensión entre todos los seres, es nuestra naturaleza original.

De esta forma, gracias a Platón, comienzo a comprender que la justicia no es solo un bien más. Es la base de la democracia en la que vivimos. Para Platón incluso el más apreciado de todos los valores éticos que hay. Aun así que curioso resulta comprobar una vez más que lo que es justo cambia constantemente. Lo que era justo ayer hoy ya no lo es. Lo que es justo hoy mañana no lo será. Aun así hablamos de la justicia como un valor estático y seguro. Aun así creemos haber alcanzado la democracia. Pero de ser así ¿no sería que estaríamos conceptualizando y fragmentando una vez más algo que debe ser siempre visto en un contexto mas amplio?. Algo que debe ser visto como parte del eterno movimiento de contracción y expansión que encontramos en todo lo que existe. Tanto en la historia, la filosofía, la física, hasta incluso dentro nosotros mismos a través de la inhalación y exhalación. Lo que quiero decir, es que si hay algo que me ha quedado claro después de inculpar injustamente a Platón, es que la justicia para ser lo más justa posible, ha siempre de considerar las circunstancias especificas de cada situación. Y es importante comprender porqué, pues cualquier reducción de lo que es justo a un ideal, cualquier simplificación o fomento de estereotipos no hace mas que fomentar la fragmentación y con ello se vuelve un instrumento que puede ser empleado contra la justicia misma y con ello contra la democracia también. Y hablando de la democracia que tan importante era para Platón podemos preguntarnos porque nos hemos quedado todos tan sorprendidos con estos fenómenos como la elección de Donald Trump, las nuevas tendencias proteccionistas en el comercio exterior o la nueva discusión sobre la seguridad y la emigración. Tal vez nos haya sorprendido estos temas solo y porque no hayamos aferrado a un ideal fijo de lo que la democracia debe ser. Pues así como la justicia no puede ser justa si está sometida por un ideal, tampoco la democracia puede ser verdaderamente democrática si se conforma con un determinado estado de democratización. La justicia y la democracia al igual que el progreso deben ser comprendidas como valores que siempre estarán en proceso de transformación.

Platón te pido perdón. No he sido justo al juzgarte. Te pido disculpas por el dualismo que llevo en mi interior. Sigo creyendo que no tienes razón al afirmar que el cuerpo limita al alma, pero aun así es este no es un asunto que de margen para la razón. Es más bien como lo expresa el maestro Sekito en el Sandokai, el tratado sobre la unidad de la esencia y la forma:

Los seres humanos somos distintos en sentimiento y comprensión pero sobre la vía no existe el norte y el sur.

Lo que quiere decir que somos diferentes, si, y que podemos incluso tener opiniones y creencias distintas pero esto no significa que no seamos todos parte de uno y el mismo movimiento universal. Solo si consideramos ambas partes de la realidad lo que creemos que es el progreso dejará de ser un retroceso. Solo entonces lo creemos que es la justicia dejara de ser un medio de justificación y solo entonces lo que creemos que es la democracia dejará de ser un mero medio de control. Por eso una vez más: disculpa Platón.

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