EL DESTINO


De la memoria,
Se nutre el destino.
De la emoción.

Querid@s lector@es, ya que estábamos con la sinceridad, voy a seguir algunas breves líneas más por este sendero. Como ya venia diciendo, las ideas aquí expuestas están escritas siempre desde una perspectiva personal. No tienen la pretensión de representar a ninguna autoridad ni tampoco de ser la voz oficial del Zen. Simplemente porque en el budismo la verdad es siempre tanto absoluta como individual. Simplemente por que en el Dharma no existe una institución que tenga la facultad de dictar quienes somos o quienes debemos ser. Si nos exponemos a una cierta disciplina es por el bien tanto nuestro como de los demás. Un sentimiento que queremos transmitir también a nuestros lectores pues siempre serán ustedes los que tengan la ultima palabra. Son ustedes los que permiten cuanto de lo aquí escrito debe o puede influir sobre lo que piensan y lo que sienten. Les rogamos que si algo les molesta de lo aquí expuesto simplemente abran otra pagina Web, es solo un clic.

Por otra parte si deciden seguir siendo parte de este Blog seguiremos explorando juntos los diferentes aspectos de nuestra naturaleza original. Sin tener que recurrir al rechazo, sin tener que excluir intentaremos seguir siendo consecuentes en cuanto a esta vía de emancipación que tiene la facultad de ir más allá de cualquier dualidad. Ya se dan cuenta, al desistir de toda pretensión de manera natural se abre la puerta para volver al equilibrio que caracteriza la condición normal. Nos devuelve toda la soltura necesaria para seguir cuestionándonos a fondo y preguntarnos: más allá del apego y el rechazo, ¿donde y como cultivar la emoción? Y la respuesta mas directa que encontramos es ¿dónde si no en la misma emoción? ¿donde entrenar mejor nuestros sentimientos si no en las entrañas de nuestra memoria?. Donde si no ahí donde se encuentran almacenados nuestros gustos de verdad, donde mantenemos escondidos nuestras creencias más intimas, donde se mantiene oculta nuestra voz interior. Es ahí donde se puede apreciar con claridad los meritos que tiene la estabilidad emocional. Lo dicho lo ponemos a prueba tomando un tema que ya hace muchos años y especialmente para estas fechas sigue cobrando actualidad y que como pocos otros sigue alterando la emoción colectiva de todo un país. Hablemos de la justicia histórica de la sociedad y sobre nuestra manera de afrontarla en nuestra vida personal.

En nuestra práctica individual, Shikantaza – la práctica de solo sentarse funciona como un espejo que tiene la facultad de reflejar hasta el más diminuto movimiento en nuestro interior. Es ahí donde podemos descubrir que existe algo a lo que se le podría denominar como la plasticidad del pensamiento y de la emoción. “No hay mal que por bien no venga” es un refrán popular que refleja esta flexibilidad. Un hecho que para muchos puede resultar muy obvio, que pero que no por eso deje de implicar muchas otras cosas mas. Por ejemplo permite deducir de esta mutación constante de la memoria y de la emoción de debe al hecho de que nuestra propia identidad esta mudando sin parar. De lo que a la vez es posible deducir que hasta las experiencias mas traumáticas se encuentran constantemente sometidas al cambio continuo. Algo que puede ser demostrado tanto en la memoria colectiva que es la historia de Chile como también en los recuerdos a nivel individual ya que la historia del país es nuestra historia también. Volviendo la vista hacia atrás en el tiempo podemos constatar que los hechos históricos han sido marcados por varios sucesos sociales: el antagonismo socialismo – capitalismo que caracterizó la época alrededor de la unidad popular; el golpe militar; el exilio; el neoliberalismo; la vuelta a la democracia. A partir de todos estos sucesos se podría concluir que existe una noción única de lo que es la historia, la justicia y de lo que es el bien. Pero todos sabemos que esto no es del todo así. Y es que todos estos sucesos nos han afectado a todos nosotros de manera diferente. A unos para bien a otros para mal, a unos menos a otros mas. A los que nos toco vivir el exilio, esta experiencia nos demostró muchas cosas. No solo nos quitó el hogar, no solo nos desterró , nos separó de nuestras familias haciéndonos pasar por toda una odisea de depresión. También nos hizo chocar con culturas diferentes. Nos hizo aprender a redefinir nuestros valores. Nos obligo a aceptar lo diferente, nos enseñó a aprender a apreciar lo diferente como otra expresión de una y la misma verdad. Con todo esto queremos exponer que no solo hay diferentes maneras de interpretar la historia si no que también la memoria se encuentra constantemente en un proceso de transformación. Y con la memoria por supuesto que también la emoción, pues los sentimientos son en realidad lo que está detrás de toda interpretación de la realidad.

Pero este no es el punto al que queremos llegar. La interrogante en la que queremos enfocar nuestra atención es la pregunta, si la memoria y las emociones que le corresponden cambian constantemente ¿no será posible incluso posible influir activamente sobre el rumbo que toma la emoción? ¿No será incluso posible seleccionar lo que queremos guardar en la memoria? Nos lo preguntamos, porque de serlo, de poder estar en nuestras manos la posibilidad de guardar algo selectivamente en la memoria a la vez estaría en nuestras manos configurar nuestra emoción. Lo que no sería nada insignificativo pues nos devolvería toda nuestra autonomía en cuanto a nuestra vida emocional. Significaría por ejemplo que podríamos escoger si le queremos poner fin a una depresión. Implicaría que podríamos elegir ser felices o que estaría en todo instante en nuestras manos optar por la libertad. Con otras palabras, nuestra vida emocional y nuestras memorias no serian nuestro destino, sino que el destino serian las emociones que nos autoimponemos.

Querid@s lector@s, antes de que nuevamente se nos vuelva a condenar, queremos reiterar que con todo lo dicho hasta ahora no estamos haciendo un llamado a perdonar como tampoco a no perdonar. Tampoco estamos haciendo un llamado al olvido o al desentenderse de la memoria colectiva o del patrimonio cultural. Solo queremos llamar la atención hacia el hecho de que existe la posibilidad que la liberación del sufrimiento esté mucho más cerca de lo que solemos pensar. Y si esta posibilidad existiese ¿no sería recomendable cultivar una cierta estabilidad emocional? Pues como vamos viendo, para encontrar el reconcilio con uno mismo debemos encontrar también el reconcilio con el exterior. Algo que como todos sabemos no siempre es un proceso fácil pero de todas maneras deja en evidencia todos nuestros condicionamientos que llevamos en nuestro interior – incluso hasta el hecho que muchas veces incluso rechazamos soltar lo que nos hace sufrir por que el soltar implicaría cuestionar a fondo nuestra identidad.

Seguiremos comentando este tema en los próximos posts. Gassho

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