EL SILENCIO Y EL ZEN

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Luz, oscuridad,
Belleza y fealdad.
Sin contradicción.

Como una luz que irrumpe en la oscuridad, como un sonido que le da al silencio su voz o como un rayo de sol que irradia belleza en medio del frio invernal, así es también para la mente el volver a tocar la realidad. Es expresar la realidad, es volver al origen, es regresar al verdadero país natal. Es retornar a donde la luz y la oscuridad se compenetran sin contradicción, donde la palabra y el silencio, la belleza y la fealdad coexisten en un libre ir y venir. Es volver a comenzar desde donde el tiempo se ausenta porque no hay comparación. Es emprender el camino desde el inicio una vez más después de haber reconocido que el dualismo afecta tanto al consciente como al subconsciente por igual.

Así, si existe objetivo alguno en una práctica sin objetivo como lo es la del Zen, esta consiste en volver a la realidad. Y es este volver una y otra vez a la realidad lo que nos posibilita indagar en la naturaleza de aquello que nos hace sufrir. Lo que nos conduce hasta la comprensión de nuestra propia ignorancia, nuestra rabia y nuestra avidez. Lo que nos da la posibilidad de examinar que es lo que nos mantiene sumergido en el sufrimiento, así como también lo que nos permite encontrarnos con la Vía que nos conduce hacia la libertad. Y porque esto es así, porque el estudio de la realidad es lo que nos lleva hasta la mente original, nos cuestionamos ¿qué es la realidad? ¿es la realidad verdaderamente todo aquello que nuestra mente puede tocar? ¿Es la realidad el cuerpo? ¿O es la realidad tal vez el cuerpo y la mente en unidad? Preguntas que intentamos de responder como hemos aprendido, a partir del conocimiento heredado y por medio del pensamiento lógico y que así nos conducen directamente hasta el origen de la ignorancia. Una expresión del sufrimiento que tan profundamente está enraizada tanto en nosotros como en nuestra sociedad. Pues si tomamos los instrumentos de los cuales se sirve la mente habitualmente para explicarse la verdad y les empleamos con austeridad, tarde o temprano llegaremos hasta el borde del conocimiento. Hasta ahí donde nos encontramos frente al abismo que separa la conciencia de la realidad. Un lugar que a muchos les ha convertido en adeptos del silencio y a otros nos ha devuelto nuestra humildad.

Aun así un sitio de ilusorio refugio ya que la ausencia de palabras solo finge dar seguridad pues no tiene la capacidad de liberarnos de la ignorancia que nos hace sufrir. Un lugar que así nos exige dar un paso más allá. Que nos obliga abandonar nuestro supuesto refugio al descubrir que el silencio no nos libera de la dualidad. Que de esta manera nos devuelve hasta el comienzo. Hasta la ignorancia otra vez. Hasta el momento antes de la respuesta. Hasta el instante en el cual la duda de quien desea saber acaba de surgir. Aquel momento donde podemos observar que así como toda opinión también toda duda está sujeta a la conciencia y con ella a los cinco sentidos que condicionan la mente. Algo que nuevamente nos confirma que mientras exista la consciencia el condicionamiento de la mente siempre estará ahí. Y que a la vez nos indica que la discriminación comienza ya mucho antes de lo que solemos pensar. Ya mucho antes de expresarse de manera tan evidente como lo suele hacer a través de fenómenos sociales como el racismo, la homofobia, la intolerancia religiosa o la discriminación de género o por origen social. Algo que explica porque el silencio no siempre es una solución, que revela por que creer saber algo es una ilusión y que sobretodo nos indica que hay que ser muy cautos en cuanto al juzgar. Pues al juzgar, ante todo nos estamos privando a nosotros mismos de experimentar la realidad en el cual la palabra no se contradice con el silencio ya que para vivenciar esta realidad lo más importante es mantener la mente libre de toda dualidad.

Algo que se refleja en la siguiente historia (1):

Una vez le dijo el maestro Bodhidharma a su sucesor Eka:
– Cuando el mundo exterior ya nada más te altere y te encuentres sin preocupación en tu interior y tu mente sea como la de un seto o como la de un muro entonces podrás entrar en la realidad.
El maestro Eko se esforzaba perseverantemente en expresar esta naturaleza de la realidad pero no podía alcanzar la unidad con ella. Hasta que un día alcanzó la comprensión y le dijo al maestro Bodhidharma:
– Hoy por primera vez ya no me preocupa el mundo exterior.
El maestro Bodhidharma sabía que su discípulo había alcanzado la madurez y no preguntó mucho más allá. Solo preguntó:
– ¿Haz realizado la extinción completa o no?
El maestro Eka respondió:
– ¡Mu! – No, no he alcanzado nada.
Bodhidharma preguntó:
– ¿Qué quieres decir con eso?
Eka respondía:
– Porque lo puedo reconocer con claridad, no lo puedo expresar con palabras
Bodhidharma dijo:
– Esa es justamente la esencia del espíritu, que los Budas y ancestros han transmitido hasta hoy. Ahora la haz alcanzado y la debes conservar bien.

Querid@s amig@s, en nuestra práctica la oportunidad más propicia para entrar en contacto con nuestra naturaleza original es a través de un sesshin. Varios de estos retiros tienen lugar estos días. Especialmente les queremos invitar a la jornada del día 18. de Julio que se llevará a cabo en Santiago. Más información aquí

(1) Eihei Dogen – Shobogenzo Sesshin sessho

Nota: considerando los retiros que se están llevando a cabo en estas semanas en los diferentes centros de práctica y con la intención de invitarles a que participen a ellos suspendemos temporalmente las actividades de este blog. Gassho.

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